Profesión: Profesor titular de Geografía Humana de la universidad Extremadura. Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres.

Proyectos: Coordina el Grupo de Estudios sobre desarrollo rural y local en espacios de frontera (Gederul).

Felipe Leco acumula en su currículo investigaciones y trabajos sobre la dimensión geográfica, económica y social de la dehesa, y actualmente participa en el equipo de investigación que está desarrollando un sistema de información para analizar la gestión medioambiental y económica de la dehesa en Extremadura y la región lusa del Alentejo.

--¿En qué situación se encuentra actualmente la dehesa?

--La continuada despoblación de los ámbitos rurales, la pérdida de vitalidad social y económica, la crisis de la agricultura extensiva de secano y los problemas del abandono de los sistemas de explotación tradicional han agudizado la crisis. Por eso el papel que tienen que jugar en el umbral del siglo XXI debe estar vinculado a esquemas tradicionales si bien con nuevas funciones.

--Y, en su opinión, ¿cuáles son las principales amenazas?

--La dehesa lleva funcionando cientos de años. Puntualmente muchas o algunas de estas dehesas pueden tener una excesiva carga ganadera y eso conlleva una excesiva carga sobre el suelo, lo que lo degrada y erosiona. Además, se corre el riesgo de sufrir un abandono de la agricultura tradicional y de las labores selvícolas y forestales.

--¿Influyen fenómenos como la sequía de los últimos años?

--El clima mediterráneo se caracteriza por la marcada variabilidad de las precipitaciones, con años de abundantes precipitaciones y otros de sequías continuadas. En años de escasez de lluvias la biomasa vegetal no se regenera como debiera y, con cargas ganaderas excesivas, provoca a corto y medio plazo una presión excesiva sobre el suelo, degradándolo. Esa presión puede influir sobre la calidad de la bellota y del corcho.

--¿Y en qué medida afecta la despoblación del medio rural y el abandono de la agricultura?

--Tradicionalmente las zonas rurales donde había dehesas hace 50 o 60 años tenían muchísima población. Pero en las últimas décadas se han marchado de la región entre 500.000 y 600.000 extremeños. El medio rural de Extremadura está padeciendo un proceso de éxodo hacia las ciudades, donde encuentra más servicios. Sin embargo, llegará el momento en el que parte de la población urbana vuelva a los núcleos rurales en busca de la calidad de vida y las atenciones que ofrecen los espacios rurales.

--Pero, ¿qué consecuencias tiene?

--Antes había mucha gente viviendo dentro de las propias explotaciones de las dehesas. Era mano de obra abundante y barata. Cuando comenzó la inmigración, las dehesas no se abandonaron, pero sí se discriminaron o marginaron porque para algunos no eran rentables. Con la entrada de España en la UE, con las subvenciones, hay un nuevo boom . Pero la mano de obra ha desaparecido y los nuevos modos de producción se han acotado con la llegada de la tecnología a la ganadería. Así, la riqueza social que podría tener con la generación de empleo, aunque mal pagado, hoy día no se está desarrollando.

--¿El cambio en el modelo de explotación está alterando el ecosistema, la dehesa?

--El principal cambio que hubo en los años 70 fue la introducción de especies ganaderas no autóctonas en detrimento de las autóctonas. Y además, cambiaron los tiempos de producción. Antes en producir un cerdo se tardaba de 22 a 24 meses, criado en extensivo con poca aportación de piensos. Ahora tardan 12 meses. Ese recorte conlleva que el cerdo necesite una complementación suplementaria para que salga al mercado en menos tiempo. Eso aumenta la carga sobre la dehesa.

--¿Qué medidas cree que se pueden adoptar para proteger este ecosistema?

--Depende de las ayudas que vienen de la Política Agraria Común, como subvenciones para limpiar el bosque o para incorporar a jóvenes a la agricultura. Pero ahora mismo son ayudas para la agricultura en general. En el caso de la dehesa, no solo Extremadura, sino toda la cuenca mediterránea, debería tener un sistema de protección que ayudara al mantenimiento de este ecosistema. Sería un modelo de protección que afectase también al sistema de explotaciones y a la propia cultura de la dehesa. La dehesa no solo es un patrimonio natural y agrícola de Extremadura, sino nacional y de todo el Mediterráneo. Hay que incentivar la ganadería autóctona, revitalizar el arbolado de encinas y alcornoques, apostar por la producción ecológica y conservar el patrimonio etnográfico.

--¿La dehesa es la misma aquí, en Andalucía y en Portugal?

--Nuestro objetivo es conocer su funcionamiento y saber si son realmente distintas. Sabemos que en el Alentejo predomina la superficie de alcornoque, por lo que la dedicación es más forestal que ganadera, al contrario que en Extremadura. Hay distintos tipos de dehesa en función de las especies vegetales, tipos de suelo, clima y modos de explotación.

--Entonces, ¿es válido el concepto de dehesa extremeña?

--No es que sea un concepto falso. La dehesa extremeña es un modelo de funcionamiento de un ecosistema que interactúa con la acción del hombre. Ocurre igual con los montados en Portugal o las dehesas en Andalucía. Entre ellos guardan factores comunes, pero hay otros elementos biológicos, económicos y humanos que modifican sus circunstancias en función del área geográfica. Incluso en California, que también tiene clima mediterráneo, se reproduce un ecosistema similar. La diferencia es que no se trata de la misma forma de explotación.