Periódicamente algunas cinematografías ocupan amplios espacios propagandísticos en los medios de comunicación. Fruto del cansancio de una parte del cine norteamericano (aquel sujeto a fórmulas y códigos conocidos por un público mayoritario), las miradas críticas se dirigen a otros países, a otras áreas del mundo. Así, hace unos años se entronizó a través de festivales (Cannes, Berlín, Venecia) el cine procedente de Asia como el más renovador del momento. Y numerosas películas fueron premiadas. La novedad, por sí misma, no es un valor. Y esto es algo que la propaganda sabe muy bien, como muestra el caso que hizo con ´Old boy´. Esta película del coreano Chan-wook Park, que proyecta el Centro de Ocio Contemporáneo en Badajoz el domingo, es violenta, histérica y su planteamiento (este, convulso) no tiene necesariamente que compartirse. Transita por lo absurdo (un hombre de negocios coreano es secuestrado y confinado en una celda con una televisión. Allí pasa encerrado varios años hasta que sale y conoce que su esposa ha sido asesinada, y él es el principal sospechoso) y es una muestra más de cómo la idea de venganza y la violencia en el cine actual suscita mayor atracción que su ausencia.