¿Qué tienen en común Instagram y las gorras de Montehermoso? Pues ahí está él. A medio camino entre la ruptura y las raíces. En el limbo de lo ‘millenial’ y la tradición. Miguel Becer (Cáceres, 1985) vive en ese punto, se siente cómodo fundido en el pasado y el presente. El joven diseñador extremeño es cabeza visible de Mané mané, el sello con el que firma sus diseños. Desde que ganó el certamen de nuevos talentos Vogue en 2015 catapultó su carrera en las pasarelas. Ya sedujo al jurado con su interpretación del refajo extremeño y una colección con homenaje de bordados y colores.

Ahora lo vuelve a hacer. El ‘enfant terrible’ extremeño presenta su nueva colección para otoño y vuelve a guiñar a Extremadura en sus diseños. En esta ocasión, en lugar de heredar los patrones y los colores, se centra en la pieza completa y la reinterpreta a su antojo de telas. El gorro tradicional de Montehermoso sobresale en la decena de muestras que presenta al público. En cada pieza combina los materiales habituales en sus colecciones y los adapta a la forma del sombrero ‘de espejo’. Consciente de la influencia que ejercen las raíces, Becer insiste a este diario que todas sus piezas hacen referencias a la región, pero confiesa la evidencia de esta última. «Todas las colecciones hablan de mi tierra», asevera. Explora en sus recuerdos como lo hacía en los cajones de su casa buscando telas cuando era pequeño y juega con «la estética» para crear una suerte de trampantojo de la moda.

«Se me ocurrió incluir uno de los elementos más icónicos de Extremadura y pensé en darle una vuelta de tuerca», reconoce. Para trasladarlo a la pasarela contactó con María José González, una de las últimas especialistas en la elaboración de los famosos sombreros regionales. María José recogió el testigo de su familia por «nostalgia», mantiene su taller en pleno Montehermoso y trabaja el bálago, el material con el que habitualmente se elaboran los gorros. Para Becer tuvo que cambiar la fibra vegetal por las telas. Aunque el proceso es el mismo. Minucioso y al detalle. Como las puntadas en la moda. «Hemos interpretado la pieza con diferentes tejidos», añade. El diseñador reconoce la labor de la única representante reconocida por el colectivo de artesanos y resalta el resultado final con orgullo.

Una figura «poderosa»

Becer se siente abanderado de la fuerza, el riesgo y la motivación. Así definía su colección de primavera y parece que prevé mantener los calificativos en otoño. A través de estos diseños pretende empoderar la figura de la abuela y redibujarla como mujer «poderosa» y como «pilar de la familia». Como los tiempos en moda no siguen el huso real, en pleno mayo ya han visto la luz las piezas que saldrán a la venta en otoño. Fue en un showroom en Madrid. La previsión es que ahora vuelen a Los Ángeles para desfilar para el público estadounidense.

Dos años después de que firmara su reconocimiento con Vogue, el cacereño sigue rodeado de eclecticismo. Estudió piano en el conservatorio desde los siete años y más tarde compaginó sus estudios de economía en la universidad en Madrid y moda. Trabajó para Juan Vidal, Ángel Schlesser y Bimba y Lola. Fue en ese clima donde se gestó Mané mané, un proyecto coral en el que él tenía su lugar: director creativo. Reconoce que 2015 fue «un punto de inflexión». «Pude transformar todo mi entusiasmo», asevera.

Ahora compagina la labor en su atelier con colaboraciones editoriales. Hace poco han lanzado una subdivisión de gafas. Imparte clases de estilismo en la universidad politécnica y no oculta su «ilusión» con su nueva faceta de profesor de proyectos. Ya ha crecido y no tiene más aspiración que seguir haciéndolo. «Soy muy feliz con la moda», concluye.