THtace ahora cinco años publicamos un artículo que glosaba de manera resumida las cifras habidas en el proceso de operación y explotación de la presa y embalse de La Serena, que cumplían en ese momento dos décadas de explotación. Aunque en este tema un lustro sea apenas un soplo de tiempo, el apego que tenemos a certificar ciertas conmemoraciones (en este caso las llamadas bodas de plata) hace que nos hayamos planteado un aggiornamento de las estadísticas de las que hasta entonces se disponía. Para aligerar la literatura y en aras de la claridad comparativa, hemos elaborado la tabla adjunta.

Como puede verse, debido a las circunstancias naturales de los 5 últimos años, se ha intensificado la función laminadora del embalse. El incremento de aportación media en estos años ocasiona una situación del embalse más lleno y por tanto una mayor evaporación.

Un efecto adverso que se produce trabajando con esas cotas más altas es que resulta imposible gestionar las crecidas sin producir vertidos, aunque claramente se aprecia la gran disminución de los caudales salientes frente a los entrantes. Vemos que no es extraño que haya años en los que se produce una laminación "perfecta", es decir, que no se acuse la crecida (y por ende sus efectos negativos) aguas abajo. Esta circunstancia puede tener un efecto secundario pernicioso y es que nos olvidemos de que los ríos tienen épocas frecuentes de aguas altas y muy altas. Si consideramos que, debido a las restricciones presupuestarias no se han producido inversiones adicionales significativas en los 5 últimos años (es decir el coste marginal de estos cinco años ha sido prácticamente nulo) deberemos reconocer que La Serena ha alcanzado ya una rentabilidad económica que ya querrían para sí otro tipo de actuaciones a veces más publicitadas.

El coste total de la implantación, como ya se indicaba en el artículo de 2010, fue del orden de los 15.000 millones de pesetas de la época, que son menos de 200 millones de euros (como imprecisamente se decía en ese artículo), pero también menos de 100 millones de euros (casi la cuarta parte de lo que cuesta una termosolar de última generación). Una vez transcurrido ese cuarto de siglo otra de las reflexiones que cabría hacer se centra en el tema ambiental. Sin ánimo de polemizar, creo que resulta evidente que el resultado ambiental de la transformación que supuso la implantación del embalse ha sido muy positivo y la prueba de ese hecho es que resultaría inimaginable que se planteara la eliminación de la presa dada la catástrofe que ello supondría para los nuevos ecosistemas creados.

Los valores ambientales creados superan con creces, a mi juicio y al de otros muchos profesionales de estos temas, los preexistentes que fueron indudablemente afectados. En resumidas cuentas, resulta difícil encontrar un epígrafe en el que se puedan discutir las ventajas que ha supuesto su construcción, lo que justifica el uso del eslogan que hemos acuñado para referirnos a esta realización humana y que titula estas líneas. Feliz vigésimo quinto cumpleaños a la presa de La Serena.