A las puertas de un verano llegan las heladas cifras que dejó el anterior, el más caluroso de los últimos años en Extremadura y en España. El estudio del Centro Nacional de Epidemiología: Valoración del impacto de la ola de calor del verano de 2003 sobre la mortalidad , incluido en el informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), señala que entre junio y agosto pasados se produjo un exceso de defunciones de mayores de 65 años cifrado en 56 personas en la ciudad de Badajoz, mientras que la incidencia de la climatología no se notó a este nivel en la capital cacereña.

El estudio se ciñe a las personas mayores de 65 años y obtuvo los datos de defunciones de los registros civiles, del Instituto Nacional de Estadística, y el Ministerio de Justicia, pero aclara que sus autores no pudieron acceder a la causa de muerte. El informe estudia la incidencia de las elevadas temperaturas en las capitales de provincia españolas y concluye según las defunciones esperadas, teniendo en cuenta la predicción de los años 1990 a 2002, y las muertes registradas. Así, en Badajoz se registraron el pasado verano 56 muertes más en mayores de 65 años que las esperadas, 519 y 463 respectivamente, lo que supone un 12% más de ancianos fallecidos en este período.

Sin embargo, la ciudad de Cáceres no sufrió las graves consecuencias de la climatología a tenor del estudio, ya que se observaron 22 defunciones menos en este período de personas mayores de 65 años, ya que se esperaban 320 muertes y se contabilizaron 298; es decir, un 6,8% menos. Esto no significa que los cacereños no pasaran calor, algo imposible en la mayoría de las ciudades españolas, porque en julio se alcanzaron los 45 grados en la capital cacereña, como demuestra la fotografía.

Medidas tardías

Pero, ¿cómo fue la actuación de las autoridades públicas? A juicio de los autores del informe, la toma de medidas por parte de la Administración sanitaria fue lenta, y no se siguieron las recomendaciones de información a la población para minimizar los efectos del calor.

Las consecuencias, en opinión de estos expertos, fueron claras: el pasado verano murieron en España 6.500 ancianos más de lo habitual, coincidiendo con la ola de calor, siendo Barcelona la ciudad con más diferencias, al registrar 665 defunciones más de las esperadas entre junio y agosto.