La renovación por 10 años de la autorización de explotación de la central nuclear de Almaraz por parte del Ministerio de Industria, realizada el pasado lunes, ha vuelto a poner de actualidad el debate sobre la continuidad de las centrales nucleares en España. Como cuestión previa, se observa que existen variadas interpretaciones sobre los conceptos que se refieren a la vida de una central nuclear. Para resolver las dudas pueden ser útiles las definiciones que figuran en el anteproyecto de Ley por el que se modifican diversos artículos de la legislación nacional sobre energía nuclear. Se entiende como vida de diseño el tiempo durante el que se espera que la instalación se comporte conforme a sus especificaciones técnicas. En cambio, vida útil es el tiempo de funcionamiento real.

En cuanto a las autorizaciones de explotación, el anteproyecto de Ley contempla en primer lugar las ordinarias, que se conceden por periodos de 10 años, previo informe del Consejo de Seguridad Nuclear, con previsión de renovación, sin que se supere el plazo total de 40 años. También se prevé la posibilidad de renovaciones extraordinarias, por razones de interés general y previa evaluación de impacto ambiental, superando los 40 años de vida.

A esa posible renovación extraordinaria cabría llamarla prórroga, como en un partido de baloncesto en el que, en algunos casos, el juego se prolonga más allá de los cuatro cuartos o 40 minutos. Pero la reciente renovación de la autorización de funcionamiento de Almaraz no se puede considerar una prórroga, porque todavía no se ha alcanzado la vida de diseño.

En España hay seis centrales nucleares y ocho reactores en explotación. La de Garoña (Burgos) está a punto de cumplir los 40 años de funcionamiento y dispone de autorización de explotación hasta 2013, cuando está previsto su cierre. El siguiente reactor en cumplir los 40 será Almaraz I en 2021.

X¿ES POSIBLEx hacer previsiones hoy para el año 2021 sobre una hipotética renovación extraordinaria de Almaraz? En mi opinión, no. La generación de energía eléctrica en un país como España, con una muy pequeña capacidad de interconexión eléctrica con Europa, requiere realizar previsiones a largo plazo, pero, en sentido contrario, también se necesita disponer de la posibilidad de reaccionar en el medio plazo ante las mejoras tecnológicas y las fluctuaciones en los precios de los combustibles, sometidos a importantes incertidumbres mundiales.

Como orientación sobre el futuro mix energético, disponemos de la propuesta que el Gobierno de España presentó a los grupos parlamentarios en marzo, de acuerdo con los objetivos de la directiva europea sobre energías renovables. En 2009 la contribución de las energías renovables, incluyendo la hidroeléctrica, al total de producción de electricidad ha sido del 25 %. La previsión para 2020 es que se incremente hasta el 42,7%. En ese año, se estima que las centrales de ciclo combinado aporten el 16,7% de la electricidad.

En lo que respecto a la energía nuclear se prevé el mantenimiento de la producción en valor absoluto, reduciéndose desde el 17,8% en 2009 hasta el 15% para 2020 por el incremento de la producción total para atender el aumento de la demanda en el periodo considerado. Pero estas previsiones pueden cambiar. No parece improbable que el escenario energético mundial en 2020 sufra cambios sustanciales, imprevisibles hoy. Por tanto, las decisiones sobre posibles prórrogas se tomarán más adelante, considerando como criterios fundamentales la seguridad del suministro, los costes de las diferentes tecnologías, las emisiones de gases de efecto invernadero y las tecnologías sustitutivas.

A día de hoy, la postura del Partido Socialista es que no es necesaria la construcción de nuevas centrales nucleares y que las posibles autorizaciones de explotación extraordinarias, prórrogas, dependerán de que en su momento existan fundadas razones de interés general que lo justifiquen.