El camalote dificulta la alimentación de las aves acuáticas y deteriora el agua de los ríos al no dejar pasar la luz --la plaga del año pasado tapó por completo una lámina de agua de 240 hectáreas--, al tiempo que impide el desarrollo de las plantas acuáticas autóctonas. Además, su proliferación acelera la evaporación del agua, lo que es especialmente relevante en épocas de sequía como la actual, y propicia la aparición de plagas de mosquitos.

Otra preocupación es que las plantas colonicen las instalaciones de regulación y bombeo de agua, atascando la maquinaria e impidiendo su funcionamiento.

Respecto al peligro de que el camalote supere la presa de Montijo, CHG ya ha localizado y recogido algunas plantas aguas abajo del muro. Actualmente, se está observando un crecimiento continuo de la planta, favorecido por las altas temperaturas y la entrada en el Guadiana de abonos procedentes de los cultivos, que llegan por infiltración o escorrentía a través de los desagües de riego. El control se ha extremado con inspecciones diarias del tramo del río Guadiana entre Ruecas y la ciudad de Badajoz.