Primero fue el gazpacho. Luego la gestión de la cuenca del Guadalquivir. Y ahora, el flamenco. Extremadura y Andalucía han vuelto a mostrar sus diferencias a cuenta de la reforma del Estatuto andaluz, en el que se contempla la competencia exclusiva en la conservación y promoción de esta modalidad musical.

Aunque los expertos consideran la comunidad andaluza como la cuna de este tipo de cante, también coinciden en señalar el flamenco como un arte universal. Un argumento que defiende el Gobierno extremeño, que cataloga el flamenco como un elemento más del acervo cultural de la región al darse algunos palos y vertientes que tienen un "sello extremeño", como los tangos y jaleos, por lo que la Junta ha anunciado que iniciará el expediente para declararlo bien de interés cultural. "Esa palabra de exclusividad quizás sea un tanto excluyente porque Extremadura tiene un sitio en la geografía del cante, en la geografía del flamenco", señaló ayer a Efe el consejero de Cultura, Francisco Muñoz.

Pero las críticas a la propuesta de la Junta andaluza también residen en su propio territorio. Desde el PP andaluz, el portavoz de Cultura, Antonio Garrido, afirmó que incluir en el Estatuto esta posibilidad "es un dislate, similar a que la Comunidad Valenciana diga en su texto autonómico que tiene las competencias exclusivas en la paella".

Por su parte, el flamencólogo Manuel Herrera criticó el "uso oportunista" que, a su juicio, hacen de él los políticos. "El flamenco va más allá que el sentimiento de propiedad, porque las artes no pertenecen a nadie, son universales", informa EP.