"Algo que no se puede explicar, que se siente muy dentro". Así describe Angela Torrejón, de Guadalupe, la devoción que siente por la patrona de la tierra que la vio nacer. Y es que no es fácil encontrar palabras que reflejen la emoción que albergan las paredes de la basílica guadalupense cada 8 de septiembre, año tras año.

La misa en honor a la patrona, acto central de la festividad regional, comienza a las 11 de la mañana. Sin embargo, Guadalupe es ya desde hace unos días un hervidero de actividad, dividida entre la atención a las llegadas de peregrinos y los preparativos para la celebración de la efeméride. Eso sí, el día señalado, la presencia de las fuerzas de seguridad recuerda la importancia de la cita.

AUSENCIA DE CAÑIZARES Miles de fieles, junto a las autoridades civiles y religiosas, asisten a la ceremonia oficiada por el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil. La ausencia del cardenal de Toledo, Antonio Cañizares, se excusa por un acto del 50º aniversario de la coronación de la Virgen del Prado. No es tiempo de polémicas sobre la conveniencia de que el monasterio extremeño pertenezca o no a la diócesis toledana.

Es tiempo de honrar a la patrona. Efusivos gritos de "¡guapa! y vítores se mezclan con las lágrimas al término del oficio religioso, que da paso a la procesión por el claustro de Los Milagros y por las naves del Monasterio. Más de 200 personas encabezan la marcha de rodillas y portando en la mirada esa convicción mística que solo unos pocos tienen reservada.

Les siguen los Caballeros de Guadalupe , asociación que, junto a los frailes franciscanos que custodian el templo, ostenta el privilegio de acompañar y dirigir a la santa imagen . Su réplica femenina, las Damas , se mantiene en un segundo, aunque no secundario, plano. 80 nuevas socias y la incorporación de monaguillas a la ceremonia religiosa son sus últimos logros.

Detrás, todos los demás. Sin un perfil compartido pero con una ilusión común, ver a la morenita . Peticiones y agradecimientos a parte, todos quieres tocar a la Virgen o, al menos, inmortalizarla. Así, las cámaras y los móviles de tercera generación han llegado a ser tan imprescindibles en la basílica como los abanicos.

En cambio, los imprescindibles en la enfermería improvisada por la Cruz Roja en las dependencias monásticas son otros: yodo, suero fisiológico, gasas y agua con azúcar, sobre todo. Mientras la procesión sigue su curso, una decena de voluntarios se preparan para atender a los fieles. "Es nuestra peregrinación particular", comentan.

Minutos después, aparecen los primeros afectados. Los serviciales jóvenes se afanan en limpiar y curar heridas. Entretanto, Juan Pedro, Manuel y Margarita reciben felicitaciones de aquellos que conocen su historia. Partieron hace más de diez horas de Roturas, su pueblo, y han caminado sin descanso casi nueve horas para después culminar la procesión en Guadalupe.

"La Virgen nos ha dado fuerzas para cumplir nuestra promesa", explica Juan Pedro. El suyo, es un ejemplo más de la veneración que la villuerquina despierta entre los extremeños. Para fray Guillermo Cerrato, prior del Real Monasterio, el 8 de septiembre es la muestra "del hondo sentimiento espiritual y profundo gozo que la región posee hacia su patrona".

Un patronazgo cuyo centenario, como resaltó el arzobispo Santiago en su homilía, se celebrará el próximo año. Antes, Guadalupe será escenario de las primeras obras que esperan contribuir a su restauración. Proyectos cuyo éxito, si debe sostenerse en la devoción de los fieles, está más que garantizado.