El Monasterio de Guadalupe pertenece a la Iglesia de Toledo desde hace casi ocho siglos. De eso, básicamente, se valen en aquella provincia eclesiástica para dejar las cosas como están y seguir postergando el movimiento que desde hace décadas viene reclamando su integración en una de las tres diócesis extremeñas. «El statu quo tiene mucha fuerza y es difícil de mover», reconoce el arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga. Aún sabiendo que no está siendo fácil ni lo será, la lucha de Extremadura para que el monasterio que cobija a su patrona, y que es seña de la identidad extremeña, pase a formar parte del suelo sobre el que se asienta, no cesa.

La última acción propuesta para intentar una solución es crear una comisión de estudio que analice el conflicto existente. En una parte estarían las tres diócesis extremeñas y en la otra la Santa Sede, a través de la Congregación de los Obispos. Desde el Vaticano, apuntó ayer el arzobispo pacense, «hay buena disposición». «Queremos que se establezca esa comisión que estudie esto desde el punto de vista histórico y de discusión», señaló Celso Morga durante una entrevista ayer en la radio pública extremeña.

«Nosotros desde Extremadura lo vemos muy claro», pero desde otras instancias no lo tienen tanto. «Son muchos siglos de historia los que lleva perteneciendo a Toledo y, claro, es difícil de mover», explicó el arzobispo. De momento, Celso Morga se conformaría ahora mismo con que se creara esa comisión de estudios «que estuviera dispuesta a hablar de este problema. Sé que hay disposición de la Santa Sede para ello», reconoció.

De momento, la propuesta no se ha materializado todavía, pero la idea, según explican desde el arzobispado, se ha lanzado a la Congregación para los Obispos, la agrupación de la Curia Romana que, entre otras cosas, realiza la selección de los nuevos obispos antes de la aprobación papal.

«Hace tiempo que los obispos extremeños intentan que el problema llegue directamente al Papa, si lo supiera ya lo habría zanjado», señala Francisco Gómez Bueno, presidente de la Asociación Guadalupex, que se muestra satisfecho con cualquier acción que contribuya a que Guadalupe pase a una jurisdicción eclesiástica extremeña. Gómez Bueno insiste en que la primacía de la diócesis de Toledo sobre el resto de las sedes episcopales de España es una figura simbólica y que de esta se han separado ya otros muchos pueblos y diócesis como Albacete o Guadalajara, «lo único que queda allí es Guadalupe y no tiene sentido, es inconcebible», apunta.

Por eso, desde Guadalupex esperan que este «anacronismo» tenga una pronta solución. «Creo que esa comisión puede ser un paso interesante. Tenemos que seguir luchando. Entre otras razones, no tiene ningún sentido que la patrona pertenezca a una comunidad ajena a su territorio».