La Guardia Civil ha puesto en marcha una intensa operación de búsqueda para localizar entre 15.000 y 20.000 jamones extremeños no aptos para el consumo que, según todos los indicios, pueden haber entrado en los canales comerciales.

En este sentido, el presidente de la empresa Matadero del Culebrín de Monesterio, Manuel Romero, explica a EL PERIODICO EXTREMADURA que se trata de unos jamones que estaban en el interior de su secadero cuando la planta sufrió un grave incendio que afectó a 30.000 de los 70.000 jamones que había en su interior.

Las analíticas realizadas por el Colegio de Médicos de Cáceres revelaron desde el primer momento que estos jamones tenían un alto nivel de toxinas y resultaban "muy peligrosos" para la salud, ya que habían recibido grandes dosis de humo procedente de metales y plásticos derretidos. Ante esta situación, la Consejería de Sanidad ordenó que fuesen destruidos y transformados en harinas animales, para lo que se contrató a una empresa de Sevilla.

A BAJO PRECIO

Sin embargo, la Guardia Civil descubrió que esta empresa estaba desviando algunos de los jamones para introducirlos en el mercado a bajo precio. Tras varias semanas de intensas investigaciones el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) intervino un total de 9.585 jamones ibéricos no aptos para el consumo (valorados en 1,1 millones de euros) y detuvo a los seis presuntos responsables de su elaboración, comercialización y distribución en una operación desarrollada en Sevilla, Huelva, Badajoz, León, Gerona, Zaragoza y Valencia.

El problema ahora, asegura Manuel Romero, es que se desconoce dónde están entre 15.000 y 20.000 jamones más que, según todos los indicios, tampoco llegaron a ser destruidos por la empresa sevillana. En este caso se trata de jamones curados --los que se han localizado hasta el momento eran frescos-- que se podrían haber introducido en el mercado deshuesados, en lonchas o en piezas enteras, lo que dificulta en gran medida su recuperación.

Romero, que ha colaborado con el Seprona para identificar los jamones durante la investigación, afirma que los responsables de la empresa que debía destruir los jamones intoxicados contactaron con una compañía de distribución y contaron con otros cómplices que firmaron unos albaranes en los que se aseguraba que la mercancía había sido destruida. Posteriormente llevaron los jamones a una granja de pollos --propiedad de uno de los detenidos-- donde todos fueron lavados con agua a presión.

El siguiente paso fue meterlos en manteca para que no se notasen las grietas y la sequedad producidos por el humo y el proceso de limpieza . De ahí fueron trasladados a establecimientos de Huelva, Sevilla, León, Zaragoza, Barcelona y Gerona para venderlos.