"Había guardias civiles comprensivos. En El Pino recuerdan con cariño a oficiales y capitanes que a veces les decían que dejaran la carga y salieran corriendo o que al verlos después en el pueblo les decían que les habían dejado la carga escondida y que podían subir a buscarla. Los contrabandistas se camelaban lo mismo a un guardia que a un guardiña mientras le estaban pasando contrabando por detrás".