La muralla de la Alcazaba está muy dañada en la parte baja de la calle Ciñuelas, más allá del parque situado frente a las naves que ahora se están derribando.

El entorno presenta numerosos actos vandálicos. Las paredes presentan grafitis, restos de una hoguera e incluso de algún botellón. Para evitar este tipo de actos en el futuro se ha planteado la posibilidad de instalar cámaras de videovigilancia.

Esta zona está muy alejada la calle Graciano por lo que, al no ser una zona de paso, se convierte en un refugio perfecto para quienes comenten actos de este tipo sin ser sorprendidos.