Para ellos es una situación "catastrófica". El río Tiétar se ha vuelto a llevar en las últimas horas la capa de tierra vegetal donde cultivan sus producciones de tabaco y pimiento, "nuestro único medio de vida". Gregorio Expósito, Antonio Arjona y Marciano Bajo son tres de los agricultores que se han visto afectados por la última crecida del río.

No es la primera vez que les ocurre. Ni mucho menos. La situación se repite con cada temporal y ya están cansados. Se han dirigido a los alcaldes de la zona, a la Junta, al PP y al Gobierno. Y lo único que han conseguido es que la Confederación Hidrográfica del Tajo construya un muro de arena que no logra contener el agua. Cada invierno y cada primavera, en cuanto el nivel del Tiétar sube, sus explotaciones quedan anegadas.

"Nos tendremos que marchar a casa, con los brazos cruzados y sin que los políticos quieran saber nada de este problema", se quejaban ayer, poco antes del mediodía, mientras miraban con asombro y preocupación como el río seguía creciendo y el agua se aproximaba a los secaderos donde cargaban fardos de tabaco en un tractor. "Lo que tienen que hacer es sacar la maleza y la arena que hay en el interior del cauce y que la pongan junto al terreno de regadío, en vez de limpiar el exterior del cauce hacia adentro", demandaban.

Algunos kilómetros río abajo, en la pedanía de Valdeíñigos, dependiente de Tejeda, el Tiétar también amenazaba los campos de cultivo. Valentín Linio, un pastor del municipio que hace 10 años quedó aislado junto a sus ovejas por la crecida del agua y que tuvo que ser rescatado por una lancha zodiac de Protección Civil, había podido cruzar el badén que da acceso a su explotación ganadera gracias a su vehículo todoterreno. Su gran temor ayer era que aquel episodio vivido hace una década pudiera volver a repetirse ahora si seguía lloviendo y se producían nuevos desembalses de agua desde la presa del Rosarito.