Tras una dilatada trayectoria en el mundo empresarial, en 1991 recaló en la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, donde lleva 16 años, "porque como dijo nuestro fundador Gutiérrez Mellado, el tema de las drogas engancha". Afirma que la sociedad debe variar su perspectiva para afrontar los nuevos patrones de consumo.

--¿En qué situación está ahora el problema de la droga?

--Estamos muy preocupados, porque ha cambiado el problema, pero la respuesta sigue siendo la misma. La sociedad sigue entendiendo el tema como era antes, pensando en heroína, donde se veía gente muy marginal porque era una droga que te destruía a gran velocidad, y ahí se ha cambiado. Ahora no se ven las consecuencias, porque se consume otra cosa y el efecto es distinto.

--¿Cuál sería el camino?

--Desde la FAD insistimos en las campañas en que la droga no perjudica sólo a quien la consume. Violencia de género, accidentes laborales y de tráfico, fracaso escolar..., muchas veces tienen a la droga detrás. Hay que conseguir que la sociedad perciba que lo que le preocupa está motivado por la droga.

--¿Cuál sería la actitud en el ámbito familiar y escolar?

--Si la edad media de inicio en el consumo, dentro de la cadena alcohol-cannabis-cocaína, son los 13 años, hay que entender que cuando los jóvenes se inician en el ocio, donde la droga tiene una presencia constante, deben estar preparados para ese momento de decidir, no esperar a que consuman, porque luego las medidas son mucho más complejas, ya que el propio consumo y la influencia del grupo les ha llevado a otro territorio.

--¿Cuándo habría que actuar?

--Desde la etapa infantil, para que luego decidan con libertad pero con menos riesgo y vulnerabilidad. Ese trabajo se inicia en la familia y se complementa en el ámbito educativo, partiendo de que el contacto con la droga no se va a poder evitar, porque está en todos sitios. Hay que trabajar no explicándoles cosas de la droga, sino dotándoles de capacidades personales de análisis, autocontrol, autoestima, para que no actuen mecanismos como el miedo a quedar excluidos que les hace entrar de repente en un mundo que les supera.

--¿Y cómo?

--Logrando que los padres y los educadores sepan qué es lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Deben empeñarse los esfuerzos en implicar a los padres de niños pequeños, porque entonces esos padres están más dispuestos a lo que haga falta, por la ilusión que tienen con el hijo y porque a esa edad son más dóciles a los planteamientos. Con 15 o 16 años las dificultades de comunicación por influencias externas son muy superiores. El padre es el enemigo, el que te raya para que no haga lo que quieres hacer, lo que hacen los amigos. Con los educadores pasa lo mismo.

--¿En qué dirección se va?

--Estamos en una sociedad donde el consumo es fundamental para todo, y la diversión inmediata también. Hasta ahora se veían los riesgos del consumo y ahora se valoran sus beneficios: cuando consumo droga, tengo lo que quiero; puede haber riesgos, pero no siempre pasa. No se perciben las posibilidades de que se convierta en dependencia y eso son palabras mayores.

--¿Qué planteamiento debería hacerse?

--Que la sociedad se plantee con seriedad hasta que punto le quiere dar juego a la droga en la vida social, que se plantee si no estamos mirando para otro lado y los costes finales serán los que nadie quiere.