INGENIERO INDUSTRIAL

Siempre he sido partidario de llamar a las cosas por su nombre. Por eso, cuando he repetido en cientos de sitios que yo de economía no sé nada, es porque realmente es así. Con los pocos "estudios de economía" que poseo y con el método científico basado en "entender, cortar y pegar" resulta que el Informe que escribí, llamado La Crisis Ninja , me ha convertido en "la persona que mejor explica la situación actual". Esto me deja perplejo porque pienso que son los medios de comunicación, las entidades financieras, las instituciones y las administraciones quienes manejan los datos y los estudios suficientes como para dar a conocer de una forma clara y sencilla todo lo que está ocurriendo.

Si no ha sido así es porque algo está fallando gravemente.

He llegado a la conclusión de que únicamente con la lectura diaria de un periódico generalista y uno económico, todos podemos saber más que nadie y estar al día. Y entender las cosas. Porque saber explicar algo implica no sólo memorizar hechos sino también entenderlos y saber transmitirlos.

Por eso creo que es importantísimo hablar claro. Y para hablar claro hay que entender lo que se dice. Y para entender lo que se dice hay que tener criterio. Y para tener criterio hay que tener sentido común y evitar el bombardero indiscriminado de información, leyendo con calma todo desde una misma fuente. Y procurar tener un modelo en la cabeza.

He estado toda la vida queriendo tener un modelo en la cabeza y ha sido a los 75 años cuando he llegado a él. Creo que si, desde el colegio, a la gente se le enseñara cómo buscar su modelo mental, tendríamos una sociedad más exigente y democrática. Mi modelo es, ante todo, entender las cosas.

Por todos estos motivos, esta crisis tan gorda debería alumbrar una nueva forma de entender el día a día. Las instituciones deberían hablar más claro, las entidades financieras debería entender qué están vendiendo y la gente debería exigir que se les hablara de una forma inteligible.

Con esta misma idea creo que tendríamos que valorar lo siguiente:

1. No se sabe cuál es la dimensión real de la crisis porque ni los que la originaron la han entendido. Crearon una serie de cosas financieras para ganar mucho dinero y las repartieron por el mundo sin tener ninguna moderación.

2. Esos productos tan complicados no se hubieran repartido por el mundo si los otros bancos que los compraron los hubiesen entendido. Por tanto, han estado vendiendo y comprando cosas que no comprendían. ¿Y quienes son responsables de esto? Los presidentes, consejeros, directores de oficina, empleados, etcétera. Evidentemente, como consecuencia, el cliente final, en el momento en el que le han comentado que va a "invertir en unos fondos estructurados garantizado por obligaciones" se ha quedado perplejo, intrigado y curioso.

Es necesario, por tanto, que en estas cosas se hable claro. Porque si hubiese sido así, el comportamiento de todos los implicados hubiera sido más decente y habrían sido pillados in fraganti intentando embaucar a cientos de personas. Creo que, además de ser ésta una crisis financiera y de confianza, es sobretodo una crisis de decencia. Porque más de uno se ha enriquecido provocándola. Porque creo que el dinero es irrecuperable. Porque nos han metido a todos (al decir todos digo TODOS) en ella. Y porque con el "vale todo" que desde hace unos años se promueve a todos los niveles en la sociedad, damos cancha a que realmente valga todo y sucedan estas cosas.

Aún así, de la misma forma que los gobiernos de cada país están haciendo lo que buenamente pueden para intentar atajar la debacle económica, nosotros, las personas, tenemos que actuar. Ya tenemos el diagnóstico: una crisis muy gorda. Ya sabemos qué ha fallado: la comunicación, la decencia y el vale todo. Pues ahora pongámonos a hacer lo que realmente sabemos hacer: trabajar. Porque no podemos quedarnos en casa acurrucados diciendo lo mal que está todo y esperando a que alguien nos salve.

Yo suelo recomendar criterios generales porque no me sale ninguna medida concreta que resuelva la situación. Y estos criterios se basan en tres cosas:

1. El optimismo, entendido como la acción de sacar el mejor partido posible de una situación concreta. Optimismo no es decir "aquí no pasa nada" sino trabajar para salir adelante en un momento tan difícil como este.

2. No distraerse. Debemos centrarnos en las prioridades dejando de lado, inevitablemente, las cosas que ahora mismo no son vitales.

3. Prudencia. Pero con prudencia. Ser creativo o encontrar medidas para paliar la situación nos debe llevar a ser cautos y no dar nada por supuesto.

Con estas ideas, creo que estamos en condiciones para construir personalmente una salida fuerte y sólida de la crisis, dejando todo en nuestras manos y siendo los únicos responsables de nuestro futuro.