Muchos han asumido que la seguridad total es una utopía. Algunos ya lo sabían y otros se han dado cuenta en estos últimos años con los ataques terroristas que estamos sufriendo en Europa. Nadie culpa al gobierno por su gestión para tratar de impedirlos.

Pocos han asumido que la ausencia de corrupción en el gobierno es una utopía. Todos culpamos al gobierno por su gestión para tratar de impedirla. Me atrevería a decir que cualquier gobierno de cualquier país será corrupto. Mucho, en países con poco desarrollo, muy poco en países desarrollados. Siempre existirá.

Parece que el terrorismo y la corrupción son innatos al ser humano. Y quizás lo sean porque son dos caminos fáciles para conseguir lo que no se puede conseguir razonablemente.

Debido a esto, ningún partido político nos promete acabar con el terrorismo. Sabríamos que es un engaño y dejaríamos de votarles. En cambio, muchos partidos políticos prometen acabar con la corrupción. No sabemos todavía que es un engaño.

El mejor filósofo español, Ortega, crea una palabra compuesta para definir a este individuo que se deja engañar creyendo que está en posesión de la verdad: Hombre-masa. Lo define en Rebelión de las masas como aquel que se encuentra a mitad de camino entre el ignorante y el sabio, que cree saber y no sabe. Y somos tantos y decidimos sobre tanto que da miedo.

En el mundo del fútbol los hay a patadas. Son aquellos que cuando su equipo va líder durante tres jornadas alaban a su entrenador y si pierden tres jornadas consecutivas le quieren despedir. O aquellos que creen que su equipo es el mejor de Europa por meter un gol en el último minuto. Eso es azar, no ser el mejor. ¿Y si no lo hubiese metido?

Hay dos tipos de ignorantes. Los que no saben que no saben y los que creen que saben y no saben. Estos últimos son peligrosos. Por eso odio a los que votan populismo creyendo que es lo mejor. Y acepto, aunque no me guste, el voto populista como castigo a los corruptos, a pesar de que esto no evite la corrupción como hemos visto e incluso puede que la incremente.

Y tú, ¿qué tienes de Hombre-masa?