"Son unos asesinos", acusaba a la policía una vecina de la Calle Dolores Ibarruri. Los ánimos estaban encendidos: "Ojo por ojo y diente por diente", pedía otro que poco antes animaba a los asistentes a apedrear a los agentes de las fuerzas de seguridad del Estado. Eran una treintena de curiosos los que se acercaban al escenario de los hechos. Algunos conocían a la víctima: "Era inofensivo, tenía problemas con las drogas y una enfermedad grave".

Durante una hora el 112 permaneció en el descampado. La gravedad de la lesión impidió salvar la vida de Jesús. En torno a las 14.00 horas, la ambulancia del 112 se dirigía al hospital, sin sirenas y a escasa velocidad. Entre los nerviosos presentes, una esperanza: "Si no viene el juez es porque no hay cadáver". Pero el desprecio a la policía seguía.