Con las nucleares pasa como con los basureros: todos (o casi) las consideran necesarias pero nadie quiere tenerlas cerca. Por eso, el anuncio de cerrar Almaraz puede suscitar aplausos, pero también acarrear ´efectos colaterales´ si no se responde a algunos interrogantes. A un lustro del prometido cierre, hay que determinar ya con qué se va a suplir la energía que aporta la central y cómo se paliarán los efectos económicos del cerrojazo.

Es cierto que Extremadura no tiene por qué asumir las fuentes alternativas, y puede convertirse en receptor de energía igual que ahora es donante, por lo que la primera cuestión compete a todo el país. En cuanto a la segunda, privar a la comarca de esta fuente de ingresos supondría hoy por hoy una catástrofe, y ahí sí es urgente garantizar inversiones productivas.

*Periodista.