El próximo día 8 de octubre, la unidad II de la Central Nuclear de Almaraz cumple 25 años en funcionamiento. Y ese mismo día se cumplen cuatro meses desde que la dirección de la planta entregó al Consejo de Seguridad Nuclear la documentación necesaria para renovar el permiso de explotación, que finaliza en el 2010. El director de la planta, José María Bernaldo de Quirós, confía en que el Gobierno dé el visto bueno y prorrogue la autorización. Mientras tanto defiende la seguridad de este tipo de instalaciones ante la sucesión de incidentes en las centrales de Ascó, Vandellós y Cofrentes.

--Francia, Inglaterra, Italia... las grandes potencias europeas se han vuelto pronucleares. Pero en España ese cambio aún no se ha producido, ni el Gobierno ni la sociedad han dado ese paso, ¿por qué?--Quiero ser optimista. Hay gente de mucho peso en este país, incluso ex presidentes del Gobierno y responsables de los sindicatos, que ahora dicen cosas sobre la energía nuclear impensables hace 20 años. Muestran posiciones muy sensatas planteando el debate. Y poco a poco ese poso va calando en la opinión pública, que siempre ha tenido una imagen perversa de la energía nuclear.

--Ese poso, esa comprensión social, ¿se percibe también en Extremadura?--Sin duda. Hemos intentado realizar una labor social, informativa y de cercanía para lograr eso. Hemos tratado que siempre sean los primeros en enterarse de cualquier problema y aclararles todas las dudas. Otra cosa es que les guste o no tener una central al lado de casa. Pero en el entorno nos conocen bien y saben que somos una buena industria, una buena planta y que producimos riqueza. Confían en nosotros. Solo hay que ver la cifra de trabajadores que se presentan para trabajar aquí. Si tuvieran recelos, miedo o no se fiaran, no querrían trabajar aquí. Almaraz funciona muy bien. Sus resultados son reconocidos por todos.

--¿Comprende los temores y reticencias de la sociedad?--Sí. La gente teme lo que desconoce. Hay miedos atávicos y la energía nuclear siempre ha tenido muy mala prensa. Es muy difícil sacudirse eso y nosotros tampoco hemos estado muy listos. Quizás no hemos realizado una política informativa adecuada. Es cierto que tiene un riesgo potencial en caso de accidente grave, pero se diseñan para que la probabilidad de que eso ocurra sea cero, casi nula.

-- ¿Usted ha temido alguna vez por el efecto de la radiación de Almaraz sobre su salud?--No. Con mi formación conocía dónde entraba. Una cosa es lo que se publica y sale en los medios y otra es lo que siente la gente. Hemos entrevistado a cientos de personas y trabajadores y a ninguno le preocupaba esa cuestión.

--¿Por qué no han puesto luz y taquígrafos sobre las consecuencias ambientales y de salud si defienden que no existen?--Es posible que eso no se haya hecho bien. Es verdad. La radiación es muy singular: se mide perfectamente, pero no se ve, ni se oye, ni se siente, ni se huele ni se toca. Al no ser sensible, el miedo es mayor. Sobre su impacto se han hecho estudios, pero no se les ha dado la suficiente difusión. Hay informes del Congreso y el Senado, el último del 2007, con sus propias fuentes, que concluyen que el impacto de las nucleares es nulo. Las centrales trabajan con unos requisitos que se deben cumplir sí o sí y la limitación que tienen está miles de veces por debajo del límite de lo que podría suponer un daño para la población y el entorno.

--Greenpeace sobrevoló hace un año la central y entraron con zodiac en el área periférica. La imagen de la planta fue de susceptibilidad ante ataques externos.--Ahí no podemos hacer nada. Nuestra función es que no entren en la instalación y no entraron. Las medidas de seguridad son enormes. Pero no podemos evitar que nos sobrevuelen. Lo primero es que eso está prohibido, no se puede sobrevolar el espacio aéreo de una instalación nuclear. Segundo, presentamos una denuncia y los tribunales les han absuelto. Eso sí, si esto hubiera ocurrido en Estados Unidos, el ejército habría derribado ese parapente. Nosotros hicimos lo que nos marca la ley.

--Tampoco la sucesión de incidentes en Ascó, Vandellós y Cofrentes mejoran la imagen de seguridad de las centrales...--Eso no se ha contado bien. Las nucleares son las únicas instalaciones del mundo que tienen un organismo regulador dedicado a supervisar su actuación. Y es más, las únicas que deben notificar cualquier mínimo problema. Pero además, en el 2006 se han endurecido las exigencias: los motivos o incidencias que tenemos que comunicar se han multiplicado por cuatro. Ahora hay cosas que tenemos que notificar que antes no. Cualquier cambio de una pieza es ya casi un incidente notificable. Eso no ocurre en ninguna otra industria. ¿Y es eso un accidente? No. Pero se publica en los medios como si lo fuese.

--No se trata solo del incidente, sino de la mala gestión.--Puede haber habido de todo y todo es mejorable. Pero muchas veces se magnifican los incidentes. Las centrales son seguras. Si no lo fueran, el Consejo de Seguridad las pararía. Y ahora las exigencias son mayores. No son incidentes transcendentes y no se están tratando las cosas de manera justa.

--¿Esos incidentes se podrían haber gestionado de otra manera?--No voy a opinar de Ascó y Vandellós. Pero depende de cada caso. Cuando se tiene un problema siempre puedes hacer más. Estas plantas ya tienen implantados planes de mejoras, planes que nos afectan a todos. Porque el organismo regulador nos ha exigido que evaluemos esa experiencia para prevenir que no la suframos nosotros. Estudiaremos si nuestras circunstancias son iguales o no y qué medidas podemos tomar para prevenirlo. Así es como vamos aprendiendo. Todas las centrales tienen un grupo centrado en aprender de los errores. Y no solo de casos españoles, sino con casos de todo el mundo. Ahora bien, de ahí a decir que son instalaciones inseguras... Es una exageración.

--¿Les han exigido más dinero en seguridad?--Eso corresponde a las compañías propietarias. Pero una cosa es clara: las centrales realizan grandísimas inversiones en seguridad. Almaraz tiene un plan operativo 2008-2010 que contempla destinar 70 millones de euros anuales a seguridad. La renovación es constante. La planta lleva funcionando 27 años y los equipos que hay ahora no tienen nada que ver con los que empezaron. La estructura exterior, el caparazón, es el mismo, pero por dentro todo es nuevo. El año que viene tenemos un presupuesto de 150 millones de euros para mantenimiento y pagar a los trabajadores, 70 para combustible y otros 70 para seguridad. Ninguna otra empresa hace inversiones tan grandes.

--Si tienen previsto invertir tanto dinero en Almaraz, alguna garantía tendrán de que les renovarán la licencia de explotación...--Confiamos en lograrlo, pero si nos equivocamos será dinero tirado a la basura. No tenemos garantías de nada. Producir energía nuclear tiene un coste enorme. Hay que mantener la planta impecable, porque si no funciona bien no es rentable. Y hay otro aspecto: en una central la planificación se hace a largo plazo. Si luego el Gobierno dice que no nos renueva el permiso será dinero a fondo perdido que han metido las empresas. Es un riesgo que corren.

--Ahora mismo, ¿cree que el Gobierno les dará ese permiso?--Lo que yo puedo decir es que no hay razones técnicas para que la planta no siga operando a partir del 2010, está perfectamente para que nos lo concedan. Pero la decisión es política, es del Gobierno.

--La ministra de Medio Ambiente ha dicho que las centrales se cerrarán según cumplan los permisos de explotación.--Tenemos que vivir con eso e ir a lo nuestro, que es producir bien, de forma segura y sin problemas. No puedes enfocar la forma de dirigir esta planta según lo que digan unos y otros. Tenemos que operar igual hoy que la víspera del día que nos renueven la autorización o el día que empiece el desmantelamiento. Pero creo que los grandes partidos deberían ponerse de acuerdo en el modelo energético que necesita España. Lo que no puede ser es oponerse porque sí. Creo que lo adecuado es tener de todo: 33% de renovables, 33% de carbón y gas y 33% de nuclear.

--¿El cierre de la central José Cabrera es indicativo de algo?--No. Podrían haber ampliado su vida, pero tenía particularidades: no era renovación de licencia como nosotros --llevaba 38 años funcionando--; y tenía un diseño único en el mundo que originaba un problema de seguridad. No tiene nada que ver.

--¿Por qué debe seguir funcionando Almaraz a partir del 2010?--Lo primero es que la central está plenamente segura y puesta al día. Técnicamente está mejor que nunca. Segundo, porque produce el 8% de la energía del país. Tercero: contribuye a bajar el precio de la energía, porque los megavatios nucleares son más baratos. Además, para Extremadura es una gran industria, que genera mucho empleo y mucha riqueza. Pero sobre todo, es que es una planta segura.

--¿Algún argumento en contra?--Evidentemente hay un riesgo... Pero están diseñadas para evitarlos.

--¿Están preparados para el desmantelamiento?--Lo estaremos. Quedan dos años para renovar el permiso. Ya tienen la documentación y hay tiempo suficiente para que el consejo evalúe y el gobierno decida. Pero un desmantelamiento exige planificación, no se puede hacer de la noche a la mañana. El combustible requiere un tiempo de enfriamiento y cuesta mucho dinero. Seguro que antes de la primavera del 2010 ya conoceremos la decisión.