Cuando le diagnosticaron esclerosis múltiple en el año 88 José María Sierra no se veía jamás en una silla de ruedas. Trabajaba en la Diputación de Badajoz, ciudad en la que vive, como ingeniero técnico de obras públicas y contaba con poco más de 30 años. Ahora tiene 54. "No sabía en qué consistía la enfermedad, pero mi mujer que es psicóloga sí". Año tras año su cuerpo se fue deteriorando, mientras él se resistía a abandonar su vida, pero hace 14 años empezó a ser pensionista. "Iba al trabajo con bastón y mi mujer me llevaba y me recogía". Ahora ella y su silla de ruedas se han convertido en sus manos y sus pies, porque José María no anda, ni puede utilizar las manos, pero puede hablar, "hay otras personas con esclerosis que no pueden hacerlo, incluso tienen problemas de memoria", y sentir el cariño de su familia. "Tengo la suerte de tener una gran mujer y dos hijas maravillosas, y eso anima bastante".

En su día a día, sale por las mañanas a hacer las cosas que puede y por la tarde recibe masajes terapéuticos. Cuenta con la ayuda del plan Concilia, pero de la ley de dependencia, no tiene noticias. "Yo no quiero una pensión, lo que los discapacitados queremos es trabajar y producir para la sociedad". Ese es el mensaje que lanza a los políticos.

Su estadio es progresivo, pero su discapacidad avanzará ya poco. "Es muy duro, una situación lamentable, pero hay que mentalizarse y al menos intentar no amargar la vida a los que te rodean". Pero con su historia, José María llama la atención a los que como él sufren esta enfermedad. "Les animo a continuar porque las perspectivas son diferentes. Ya hay nuevos tratamientos, aunque caros, y seguro que a mi situación, que no se la deseo a nadie, no llegan". El, además, ha sido el impulsor de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Extremadura (Aexem).