Tras 13 años al frente de CCOO (y 25 ostentando puestos de responsabilidad en el sindicato), Julián Carretero cede el testigo. Dos mujeres, Encarna Chacón y Marisol Salazar, se han postulado para sucederle en el X Congreso que se celebra entre hoy y mañana en Mérida. Convencido de que Extremadura no puede salir de la crisis en la que está sumida sin la ayuda del Gobierno, Carretero hace balance y habla de los retos de futuro de CCOO después de convertirse en el primer sindicato de clase en Extremadura.

-¿Qué Extremadura se encontró y qué Extremadura deja?

-En 2004 crecíamos por en encima de la media española, ahora crecemos por debajo y acabamos de salir de dos recesiones económicas, en 2009 y 2012, que han sido tremendas. Si a eso además le añadimos que la Extremadura de 2017 viene precedida de una legislatura perdida, que para mí ha sido la de Monago con una reforma laboral bestial y una sequía absoluta de inversiones, es mejor la de 2004.

-¿Hemos tocado fondo o la situación va a seguir empeorando?

-Estamos ante una Extremadura peor que la del año 2004, pero sin duda alguna mejor que la de 2015. Aun así, hay muchas incertidumbres. Tenemos una deuda que supera ya el 20% del PIB y un presupuesto que todavía no alcanza cifras que garanticen los servicios públicos y una inversión adecudada. Extremadura no tocará fondo si hay un rescate del Gobierno, y hablo de un rescate como Dios manda: que en el año 2020 estén circulando trenes electrificados para mercancías y viajeros, que no nos corten las inversiones en energías renovables... Si se mejora la calidad de las infraestructuras y hay un rescate solidario, Extremadura no tocará fondo. Si no, por nuestros propios medios va a ser muy complicado.

-¿En cuánto cifra ese rescate?

-Cuando se planificó el AVE en el año 2004, se presupuestó en 4.200 millones. Se han gastado aproximadamente 1.000 y quedarían otros 3.000. Sería invertir esos 3.000 en una legislatura o una legislatura y media. No solo en ese corredor, también en el de Puertollano, en el enlace de Plasencia con Salamanca y el de Mérida con Sevilla. Con eso, tendríamos no ya resueltos los problemas de infraestructuras ferroviarias, sino una parte importantísima del futuro de la región, porque el tren es algo más que una infraestructura. Es cohesión territorial, dinamizaría el tejido productivo, traería gente, nos pondría en el mundo. Y no estamos hablando de ayudas, estamos hablando de lo que es justo para Extremadura porque el Estado debe ser, como dice la Constitución, solidario con aquellos territorios que en peor situación están.

-Al margen de los recursos estatales, ¿qué más se puede hacer para levantar esta región?

-Las cosas no son fáciles, recetas miles no hay. Aquí ya se han probado gobiernos de todo tipo, hasta lo más estrambótico, una especie de pacto entre la derecha y la izquierda hace unos años, y lejos de resolver los problemas seguimos en una situación similar. Inversión, liderazgo político y un cambio en el contrato social. La gente de esta región tiene que acostumbrarse a ser menos cómoda, a ser más reivindicativa para generar otro tipo de ilusiones, expectativas y retos. Y necesitamos también un gobierno apasionado que ilusione en eso.

-¿Y cree que Guillermo Fernández Vara está transmitiendo esa pasión a los extremeños?

-No suficiente. El Parlamento es un batiburrillo ensimismado donde nadie se entera de lo que hace y precisamente por eso reclamo un mayor protagonismo del Gobierno para inyectar esa adrenalina social que hace que sociedades se muevan.

-¿Seguirá los pasos de su antecesor, Valentín García, y se dedicará a la política?

-Bueno… Valentín García antes de estar en política estuvo en Madrid en el sindicato y en su escuela. Yo lo dejo ahora, lo que vaya a pasar en 2021 o 2020 no lo sé.

-Deja la puerta abierta.

-Dejo la puerta abierta y cerrada. Yo toda la vida he hecho política, porque la política no solo se hace desde un gobierno o un Parlamento, también desde un sindicato o una asociación de vecinos. No descarto hacer política porque no he dejado hacerla nunca.

<b>-¿Qué logros destaca de sus 13 años de mandato?</b>

-CCOO ha conseguido ser el primer sindicato en Extremadura y para mí es un orgullo haber capitaneado el elenco de personas que lo ha hecho posible. Es lo que destacaría en positivo. En negativo, muchos sinsabores originados por un montón de cierres de empresas, que es muy duro: Aguablanca, Acorex, Fuentecapala... No me hubiera gustado haber llegado a los 185.000 parados en el año 2013, haber superado un 35% de paro, que muchas miles de personas tuvieran que ir a comedores sociales o muchos chicos tuvieran que dejar la universidad.

-¿Cuáles son las decisiones más difíciles que ha tomado?

-Firmar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) donde el mal menor es despedir a un coste relativamente bajo. O convocar una huelga, porque esto constata un fracaso: el no haber sido capaz de llegar a un acuerdo previo.

-Para sucederle se postulan dos mujeres. ¿Cómo lo valora?

-Muy positivo. La mitad de la población son mujeres y estamos hablando de que la tasa de actividad está 10 puntos por debajo de la de los hombres. Estoy convencido de que a medida que las mujeres se vayan incorporando a la toma de decisiones importantes mejorará la igualdad de género.

-¿Por qué han tardado tanto en feminizarse los sindicatos?

-Los sindicatos siempre han estado feminizados. En todas mis ejecutivas siempre he tenido a más mujeres que hombres. CCOO es una organización tremendamente convencida y luchadora por el feminismo y la igualdad de género, un sindicato de hombres y de mujeres.

<b>-¿Qué horizonte se abre ahora para CCOO? ¿Qué retos afronta?

</b>-El principal reto seguirá siendo mejorar la calidad de vida del empleo y las relaciones laborales. CCOO tiene que seguir siendo fiel a sus principios ideológicos y pelear en una doble dimensión: la propuesta y la movilización, con el objetivo siempre puesto en el acuerdo porque es donde está esa mejora de la vida de la gente.

<b>-Estamos a punto de alcanzar el ecuador de la legislatura. ¿Cómo valora estos dos años?</b>

-Más allá de las incertidumbres que he mencionado antes, estamos en una legislatura más sosegada y más tranquila, más de la realidad. La anterior era la legislatura del sobresalto, porque Monago se peleó con todo el mundo, hasta con la policía que le escoltaba. Y ahora esto se ve con una mayor tranquilidad. ¿Quiere decir que es suficiente? No, pero creo que es un avance. Y en nuestro caso concreto, el hecho de que se haya consolidado un proceso de concertación social, aparte de contribuir a ese mejor clima, ya en sí mismo es un valor.

-Defiende entonces que un gobierno tiene que ser pactista con los agentes sociales.

-Tiene que ser dialogante, y el pacto se alcanza o no se alcanza en función de ese diálogo. Pero los cauces siempre tienen que estar abiertos. Está recogido constitucionalmente y el propio Estatuto de Autonomía lo exige. Además, el no hacerlo demuestra cobardía política.

<b>-Decía antes que Monago se peleó con todo el mundo. La denuncia que interpuso por un supuesto fraude en los cursos de formación contra CCOO, UGT y la Creex sigue en los tribunales. ¿Cómo está el tema?</b>

-No hay ninguna novedad al respecto. Sigo manteniendo que el matiz político existía y creo que en política no vale absolutamente todo. Por eso para mí un gobiernante de ese estilo, de ese tipo, me parece tremendamente negativo y tóxico.

<b>-¿Cómo es su relación con Monago?</b>

-No he tenido una relación personal mala con Monago, ni buena. Es que no he tenido una relación intensa. Cuando había que confrontar, confrontábamos; cuando había que acordar, acordábamos. Yo lo único que hice como he hecho siempre es agarrarme al acuerdo y cuando se me ha negado, defender los intereses que represento. Yo nunca fui oposición de Monago, yo era secretario genereal de CCOO para defender a una clase trabajadora y una sociedad con 186.000 parados en ese momento.