Aunque la alimentación es el subsector donde menos se está dejando notar la caída de la demanda, Julián Iglesias es rotundo: "Se vende mucho menos. Si antes te hacían la compra 12 ahora son ocho. Y se llevan mucho menos, por supuesto".

En el caso de este frutero, se añaden otras trabas. "La competencia cada vez es mayor. Sobre todo por las grandes superficies. Aunque tú digas que prefieres tu tienda de siempre, si luego vas a un hipermercado ya aprovechas y compras la fruta ahí", relata. Además, "enero habitualmente es un mes flojo, lo que profundiza la sensación de que la cosa va a peor".

El trabaja solo. Dice que con los clientes que tiene no puede permitirse empleados, que le da para "ir defendiéndome año tras año". Y en la brecha sigue confiando en que la crisis termine más pronto que tarde.

"La caída de la demanda se empezó a notar a mitad del año pasado. Ahora se nota que hay miedo a gastar", comenta antes de explicar que él ya se ha adaptado a la nueva coyuntura: "He dejado de traer cosas caras. Los productos exóticos, que antes estaban de moda, prácticamente han desaparecido de la tienda. Ahora traigo cosas más económicas, que es lo que busca la gente".