Más vale tarde que nunca. Este dicho popular español expresa el sentir del pueblo de Alange y de los propietarios del balneario ubicado en esta localidad pacense, después de que tras casi 19 años han conocido que las termas romanas de este enclave están consideradas como Patrimonio de la Humanidad. Todo se atribuye a un lapsus burocrático ocurrido entonces y que ahora conduce a dos preguntas: ¿Qué pasó en 1993? y ¿qué va a pasar para aprovechar este título? Lo cierto es que mientras se resuelven estas cuestiones la humanidad se ha perdido unas verdaderas joyas arquitectónicas y sanitarias en torno al agua, existentes ya en la época de los emperadores Trajano y Adriano, y las únicas dos termas romanas aún hoy en uso. La sensación en Alange (su nombre procede de la cultura árabe y significa Agua de Alá) es agridulce; ya que siente que se ha perdido una oportunidad para crecer por lo que conlleva un reconocimiento como ese; pero sabe que, si se hacen bien las cosas, a partir de ahora todos tienen mucho que ganar.

Dedicadas a Juno, diosa de la fertilidad, por parte del patricio romano Licinio Sereniano en agradecimiento por la salud de su hija Varinia Serena, la recuperación del balneario y sus termas se produce en el siglo XIX tras siglos de abandono. Gran parte de culpa de esa mejora se debe al médico local Abdón Berbén y a su familia, que en 1860 lo compra y rehabilita las termas romanas construyendo nuevas instalaciones que se integran en la estructura primitiva. Ya el siglo pasado, en la década de los setenta, toman el testigo Luis Miguel Fernández-Chiralt; y su mujer, María Dolores Navarro, la cuarta generación de la familia, que las actualizan y habilitan técnicas avanzadas para las aguas termales, además de levantar dos hoteles a su alrededor: Varinia Serena (1989) y Aqua Alange (2006). En la actualidad, la quinta generación de esta familia es la que dirige los designios de estas instalaciones, por las que cada año pasan en torno a 10.000 personas para conocer la bondad de sus aguas.

Volvemos aquí a una de las preguntas del principio. ¿Qué pasó hace diecinueve años para que nadie del pueblo haya tenido constancia de que las termas son Patrimonio de la Humanidad desde 1993? La respuesta la da Juliana Marín, alcaldesa de Alange entonces. Asegura que le llamaron del Ayuntamiento de Mérida para comentarle que iban a incluir a las termas romanas de Alange como Patrimonio de la Humanidad formando parte del conjunto arqueológico de Mérida, ya que Alange era una villa termal de descanso para los romanos de Augusta Emérita. Sin embargo, tras consultarlo, contestó que "Alange no es una pedanía de Mérida, sino un municipio propio, y además, las termas son de una entidad privada, no del ayuntamiento", por lo que instó al comunicante emeritense a ponerse en contacto con los dueños del balneario para que ellos decidieran. "Posiblemente los dueños del balneario le hubiesen dicho que sí, porque el prestigio que se le da al pueblo es grande, pero no eran públicas y les dijimos que hablasen con ellos", insiste.

Entonces "eso se olvidó y se conoce que Mérida nos llamó cuando ya lo habían hecho y después nadie nos dijo nada, cuando lo que debía haber hecho el Ayuntamiento de Mérida es habernos comunicado la resolución cuando les vino a ellos, cuando además éramos compañeros, pero no nos dijeron nada y nosotros ya habíamos dado por zanjado este asunto". Tampoco el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida les comunicó nada entonces.

La alcaldesa en aquella época tiene la misma sensación que el resto de los vecinos y que los propietarios de las termas, que aquello que sucedió nadie sabe cómo ha podido frenar de alguna manera el crecimiento económico de la zona, pero que ahora hay que saberlo aprovechar, y no duda en que "va a ser beneficioso para todo el pueblo", sobre todo para el sector turístico, en el que ella trabaja ya que es propietaria de un hotel rural.

Quien fue su colega entonces en Mérida, Antonio Vélez, ha manifestado que dentro del inventario de monumentos presentados y que la Unesco ratificó el 8 de diciembre de 1993 figuraban en el número 29 las termas de Alange, por lo que no se explica cómo en este municipio no se enteraron en aquella fecha.

En cualquier caso, aquí es donde llega la segunda pregunta: ¿Y ahora qué? "Ahora hay que remangarse", replica Fernando Fernández-Chiralt, actual director del balneario. Para ello considera fundamental que quienes pueden tomar medidas tanto a nivel local como regional, e incluso, desde el Gobierno, "se muevan para conseguir que la gente venga", algo para lo que es vital la localización, por lo que reivindica la señalización en la autovía para Alange y sus termas romanas como Patrimonio de la Humanidad. "Información es lo que hace falta" para poner en valor un monumento "del que se beneficiarán todos". Como ejemplo cita que el año pasado gastó 60.000 euros en publicidad y que ha hecho publicidad en una valla colocada en Mérida para favorecer esa señalización que demanda. Además, es consciente de que las termas, al ser una propiedad privada, estar mantenidas, cuidadas y en uso, se salen de lo que es un yacimiento arqueológico común.

No buscan culpables

Lejos de buscar culpables, sí asegura que las termas son un "monumento muy incómodo por ser privado, reconocido hace muchos años como Monumento Nacional", y señala que si es cierto que en Mérida lo sabían, "como lo están vendiendo" y "en casi veinte años no han dicho nada, eso no tiene perdón de Dios". Que a nadie se le olvide, insiste, que Alange tiene 460 plazas hoteleras, "no es cualquiera", y que su empresa da trabajo a 86 personas, que ascendía a 120 antes de estallar la crisis. Asimismo, desvincula el hecho de que cada año vayan un día responsables del Consorcio de Mérida a visitar el balneario con que eso tenga que se tuviera conocimiento del título conocido ahora. "Vienen un día y hacen una actividad de ocio, un circuito termal y a comerse una paella, pero nada que ver con un campo de trabajo ni mucho menos", aclara.

En todo caso, matiza que el balneario tiene ganada desde hace muchos años una marca en el sector del termalismo, pero reconoce que un título como el conocido ahora le reportará beneficios, como al resto del sector turístico y comercial del pueblo.

Eso ya se está notando, ya que en apenas tres días desde que en el municipio se conociera la noticia "está viniendo muchísimo turismo solo a ver las termas", explica María del Carmen Chaves, que trabaja en la Oficina de Turismo. "Si al balneario le va bien a todo el pueblo también, porque conlleva mucho turismo, que pasea por el pueblo, compra en el pueblo, se toma sus copas aquí y todo es dinero para Alange", asegura. Sí reconoce que se ha perdido una oportunidad, pero reivindica también una señalización adecuada en la autovía, para identificar las termas romanas, porque "tenemos aquí algo único, y en un uso", y se trata de que "nos demos a conocer al turista de fuera".

De eso se trata a partir de ahora, y en eso está el alcalde, Juan Pulido, que se ha lamentado del tiempo perdido en la promoción del pueblo empleando este reconocimiento de las termas y el dinero que se ha dejado de generar por ello. Ahora espera que desde todos los ámbitos competentes se ayude a promocionar la localidad, sobre todo con una señalización adecuada de las principales carreteras, en el que se explique que las termas romanas del balneario son Patrimonio de la Humanidad.

A la espera de aprovechar esta fuente de riqueza; en comercios, bares, calles y, como no, en el balneario de este pueblo de 2.000 habitantes no se habla de otra cosa, con el sabor amargo de haberse enterado 19 años después, pero tirando de refranero: "Más vale tarde que nunca".