Trabajos sociales, dicta el juez en su sentencia. Ha quedado resuelto el juicio por el atropello de un anciano y el culpable, según señala el magistrado, deberá acudir una vez a la semana a la casa de la víctima, ya anciana de 86 años, para atenderle en lo que necesite. Naturalmente, al viejo no le hace ninguna gracia tener que ver a su agresor; pero en esto el juez es inflexible: la sentencia tiene que cumplirse. Y así se produce el encuentro entre dos antagonistas.

Visitando al señor Green comienza con la primera visita del condenado al apartamento del anciano. Esta obra teatral fue uno de los éxitos del Broadway neoyorquino de los 90. Escrita por Jeff Baron, su estreno en 1997 fue un éxito. De su repercusión pueden informar estos datos: 200 producciones diferentes en 21 países y en 14 idiomas.

DEBUT COMO DIRECTOR La versión española es la que los espectadores extremeños podrán ver hoy en la sala Trajano de Mérida. Los dos únicos papeles de la función tienen los rostros de Juan José Otegui (el anciano Green) y de Pere Ponce (el joven Ross Gardiner, y en televisión Eugenio, en la serie Cuéntame ).

Dirigiéndolos, otro actor, Juan Echanove, que debuta como director teatral con esta obra que altera drama y comedia. Su estreno español, a finales del 2005, tuvo que retrasarse. Otegui sufrió en julio de ese año un aneurisma (dilatación anómala de una vena o arteria) que le llevó a las puertas de la muerte.

"Juan Echanove me dijo que me esperaban", afirma Otegui, de 72 años y con una dilatada carrera. Nacido en Oviedo en 1936 y allí inició sus tanteos actorales en el Teatro Español Universitario. Poco después se marchó a Madrid y en 1961 se hizo profesional.

Su personaje, el señor Green, no sufre tantos achaques, "pero ahí le andamos". Para él, vestir la piel de este personaje fue algo especial porque por fin había encontrado a alguien que llevaba buscando años. "Desde que empecé soñé con interpretar un personaje capaz de hacer reír, pensar y emocionar, y ahora había llegado ese momento".

Ahí está Otegui durante dos horas sobre el escenario, sin signos de desfallecimiento, hablando por su personaje de judío neoyorquino solitario, que no acepta la intrusión de otro solitario, un ejecutivo gay de visita semanal durante seis meses de cinco a siete de la tarde.

¿Qué ocurrirá entre ellos durante los dos actos y nueve escenas en que transcurre la pieza? ¿Qué pasará para que la hostilidad que se produce al principio vaya deshaciéndose en cada visita? Entrará el pasado: la hija del viejo misántropo, una especie, salvadas las distancias, de Godot, al que se espera. Entrarán los debates morales: el ocultamiento de la homosexualidad del joven Ross (una condición que no tolera el señor Green) y su lucha interna para desvelárselo a su padre. Y entrarán las diferencias generacionales; pero ambos terminan tejiendo una red de afectos que les redime. "Terminan ayudándose", afirma Otegui. "Pero lo grande es cómo el autor plasma en escena ese acercamiento y logra que el público quede captado por la trama".

Esas diferencias generacionales no se dan en la vida del actor. "Mi trato con los intérpretes jóvenes es estupendo. Tengo un hijo que también es actor y estoy al tanto de lo que piensan y hacen. Pere, por ejemplo, es una figura. A mí me encanta relacionarme con ellos porque aprendo. No quiero quedarme estancado. Quiero saber cosas nuevas, explorar nuevas tendencias".

MOMENTOS OPORTUNOS ¿Y cómo ha sido el manejo del director Echanove, con quien compartió elenco en El precio , por el que Otegui ganó el Goya al mejor actor de reparto en el 2005? "Para mí ha sido ejemplar, porque ha intervenido en los momentos oportunos. Nos llevó a los actores dando las instrucciones justas, como se haría con un bebé que echa a andar sin caerse. El actor tiende a veces a hacer las cosas fáciles, y ahí está el director para enmendarlo".

Otegui forma parte del paisaje escénico español. Cualquier espectador de teatro, televisión o cine tendrá alguna imagen de este actor que ha estado bajo las órdenes, como dice él, de "los mejores directores de teatro de España": Tamayo, Lluis Pasqual, José Luis Gómez o Luis Escobar.

En el cine Almodóvar (La flor de mi secreto ) o Trueba (Belle epoque ) han contado con él. Pero con el cine mantiene una relación difícil ."Quizá es porque no tengo química con la cámara. También es cierto que a veces me han llamado para alguna película y estaba haciendo teatro, y como no me gusta simultanear las dos cosas, dije que no".