Si un niño de ocho años que nunca ha mostrado signos de retraso intelectual confunde letras al leer, no coordina bien los movimientos, escribe las palabras vacilando o no puede memorizar una secuencia de elementos como los días de la semana, es posible que sufra dislexia, un trastorno neurológico irresoluble y hereditario que, según los especialistas, afecta al 10% de la población.

Aunque los primeros signos de alerta aparecen a los 4 años --el niño no identifica los colores, por ejemplo--, es imposible determinar una dislexia a esa edad y muchos menores que llegan a un especialista para averiguar por qué se encallan en la lectura y la escritura tienen más de 12 años.

Este problema no se cura sólo con el paso del tiempo, se requiere un diagnóstico temprano para ayudar al niño, una situación que en Extremadura ha mejorado de forma notable en los últimos años debido al trabajo que realizan profesores y especialistas en los centros educativos.

BUENOS ESPECIALISTAS

Rafael Rodríguez, director general de Formación Profesional y Promoción Educativa, asegura que estos temas han dejado de ser un problema en la región, ya que existe un amplio equipo de especialistas en audición y lenguaje que cubren adecuadamente la red de centros extremeños.

"En los últimos ocho o nueve años se ha mejorado bastante en este campo, hay más conciencia del problema y los padres se implican más. Si el trastorno se trabaja bien el niño no debe tener ningún problema en el aula", sostiene Francisco González, psicopedagogo y director de un centro de Secundaria en Santa Amalia.

González señala que una vez que el profesor detecta el problema se pasa a los orientadores, encargados de realizar un diagnóstico y desarrollar un plan de trabajo con el niño, que recibirá atención de un especialista en lenguaje oral (logopeda) hasta donde llegue esa dislexia.

Los especialistas inciden en que estos niños son personas inteligentes que sólo necesitan adquirir lentamente la información. En este sentido, el trabajo que se realiza con ellos persigue como fin alcanzar la máxima precisión, velocidad y comprensión a la hora de escribir y leer.

A Isabel Aparicio, una pacense de 31 años, le detectaron el problema en el colegio a los 10 años. "Confundía la M con la P y la B y equivocaba las palabras que llevaban una R. Donde pone mamá tú eres consciente de ello, pero lees papá. Me costaba mucho estudiar y me tenían que leer las cosas para que pudiera aprenderlas de memoria. Lo pasé mal", recuerda.

Al descubrir el problema le hicieron un test de inteligencia cuyo resultado fue muy alto. Luego acudió hasta los 15 años a un logopeda que la enseñó a leer. "Me enseñaron a leer por golpes, daba golpes en la mesa para separar las sílabas. Antes no me gustaba nada leer porque me daba cuenta de que no avanzaba nada, ahora me encantan los libros", afirma Isabel.

Según la logopeda Eugenia Blanco, que ha trabajado en tres centros educativos extremeños, "el niño disléxico no tiene que tener problemas, tan sólo en el área de lengua, lo único que ocurre es que este campo abarca mucho e influye en otros"

Las manifestaciones de la dislexia son muy variadas y dependen de la intensidad del trastorno y de la edad del niño, porque pueden verse afectadas funciones relacionadas con la memoria, el vocabulario, las áreas motrices y el habla. Incluso en la etapa preescolar se pueden observar las deficiencias significativas en el lenguaje, la motricidad, la percepción y la falta de madurez en general. Por ello, los padres y los educadores no deben dudar en consultar al especialista ante las primeras sospechas de dislexia.