"Hola, me llamo Juan, tengo 35 años, fumo desde los 14 y quiero dejar el tabaco. ¿Pueden ayudarme?" Cuando en una consulta extremeña se escuchan estas palabras mágicas saltan las alarmas.

Araujo indica que en los centros públicos se aplica un programa multicomponente, que incluye una intervención psicológica y médica y que es "el único sistema científicamente demostrado".

Se trata de un esquema protocolizado con entre seis y ocho sesiones. En la primera se procede a realizar un diagnóstico preciso, "porque no todo el mundo fuma igual". También se realiza una exploración física y un test que refleja el grado de dependencia del tabaco y la motivación para dejar de fumar.

El médico decide si el paciente precisa una terapia sustitutiva con nicotina, que es lo más normal, y a partir de ahí se inicia un trabajo psicológico para tratar de corregir los pensamientos asociados. Es decir, si salgo de copas... me fumo un cigarro, cuando tomo café... otro cigarro. Para ello se desarrollan terapias en grupo de aproximadamente 45 minutos y después de se inicia la fase de seguimiento.

Normalmente se recae al menos una vez, pero "hay que volver a intentarlo aprovechando lo aprendido".