Queda ya menos de un mes para las elecciones autonómicas y municipales y la incertidumbre por los resultados electores planea por la sede de los partidos políticos. ¿Alcanzará Monago la mayoría absoluta o tendrá que pactar, si llega el caso, con Ciudadanos si se confirman los pronósticos y la nueva fuerza política emergente consolida su ascenso? ¿Le llegará la suma de diputados a Vara con la de Podemos para de nuevo volver al poder? ¿Repetirá IU en la Asamblea? ¿La resistencia de la delegación extremeña de UPyD --honesta con sus principios-- a no abandonar el proyecto de Rosa Díez será su suicidio? Estas podrían ser las principales preguntas que se contestarán el 24-M por la noche... o no. Porque si larga fue la espera para conocer quién gobernaría en Extremadura hace cuatro años, igual ahora aquel proceso vuelve a repetirse y encima, posiblemente, con más protagonistas sobre el tablero de ajedrez de la política extremeña.

Entre bastidores, voces autorizadas dentro el PP no se cansan de repetir que Monago es el más optimista de todos, que está completamente convencido de que conseguirá la mayoría absoluta y eso que cada día los populares se despiertan con la incertidumbre de qué nueva historia ocurrirá en Génova o Moncloa. El principal adversario de Monago no está siendo en estas últimas semanas ni Vara ni cualesquiera del resto de líderes de los otros partidos si no los sobresaltos de un PP nacional que parece empeñado en pegarse un tiro en el pie jornada a jornada. La operación Rato y la ley de incompatibilidades de los diputados nacionales son dos de los últimos ejemplos. Inexplicable. Por eso, el PSOE se empeña en introducir el mensaje de que Rajoy y Monago son lo mismo (en verdad, no lo ha parecido ni por asomo a lo largo de toda la legislatura), tal y como ocurrió hace cuatro años pero a la inversa. La identificación de Vara con Zapatero fue demoledora, aunque ya explicamos aquí hace dos semanas las diferencias fundamentales de ambas trayectorias. Uno apeló a aquello de que "aquí tienes a mi cuadrilla" mientras que Monago se ha desmarcado desde el minuto uno y ha sido crítico de forma pública con decisiones más que discutibles del ejecutivo nacional. Y ahí está el último vídeo electoral lanzado esta misma semana, el que hace referencia a mayo de 68, para certificarlo. Directamente ya sin el logo del partido.

IMAGEN ¿Afectará la negativa imagen de las siglas del PP nacional --a pesar de que objetivamente haya salvado Rajoy al país del desastre económico-- a Monago? Esa parece ser la única esperanza a la que se agarra el PSOE, que también tiene lo suyo a nivel nacional, sin ir más lejos con Chaves y Griñán por el caso ERE, para tener alguna opción en mayo, aunque su terrorífica labor en la pasada legislatura desde el punto de vista económico para arreglar la crisis sigue estando en la memoria de una gran mayoría de ciudadanos.

Desde el PP extremeño apuntan que los actos de precampaña están más concurridos que nunca (el efecto de estar en el gobierno se nota) y donde hace cuatro años --en los que ya ganó Monago-- iban 200 personas ahora van 600 y los recintos se encuentran colapsados. Y eso, les inyecta cada día una dosis de moral tremenda. "Monago no es como los de Madrid, y eso la gente lo sabe, se lo comen a besos y abrazos en los actos, la gente le quiere mucho en Extremadura porque ha logrado identificarse con ellos, con sus problemas y sus inquietudes", te explica la gente más cercana al presidente que, por cierto, ha acertado de pleno con la última medida propuesta el viernes, la del paro para los autónomos cuando cesen su actividad, aunque sea por seis meses, una demanda que viene a poner la piedra en solventar los graves problemas que tiene un colectivo cada vez mayor y que es la llave, sobre todo en Extremadura, para la creación de empleo. Es una medida real, concreta y muy necesaria para avanzar en el cambio de modelo productivo que necesita a todas luces la región.

En la otra acera, la socialista, el problema parece más interno que externo. Vamos a ver hasta donde llega el error de no presentar listas en Alburquerque, como explicitamos aquí mismo la semana pasada, una decisión inexplicable. Que siete concejales (¡¡¡entre ellos una que va en las listas autonómicas con Vara!!!) se presenten con Vadillo en una lista independiente y no por sus propias siglas les llevaría a la expulsión en cualquier partido serio y que quiere transmitir una imagen de regeneración que piden a gritos los ciudadanos. Pero aquí, el PSOE extremeño está a otra cosa y el 'enjuague' de Alburquerque pone blanco sobre negro la falta de rigor político de un partido todavía anclado en el pasado cuando los tiempos son otros. La decisión, a corto plazo, además, le puede acarrear serios problemas a Vara si finalmente Vadillo no consigue el indulto y la Junta Electoral impide que se presente como candidato al estar condenado en sentencia firme a dos años y medio de cárcel. Sería de risa, entonces, que no se presentara el alcalde por prohibición legal y que tampoco --ya es imposible-- lo hiciera el PSOE. Y a medio plazo, si no consigue el indulto, el esperpento sería aún mayor si tiene que dejar la alcaldía para entrar en prisión --cosa que no deseamos-- con la complicidad de los socialistas. Lo de crear el PSOE una 'marca blanca' en Alburquerque, por tanto, tiene aún su recorrido y si no al tiempo.

Por lo demás, el PSOE se empeña en transmitir por todos los rincones que las encuestas están cambiando, que el abismo que les separaba de la victoria en la última realizada por Sigma Dos ya no es tal, y que, incluso, estarían ya por delante de Monago. Nada ha ocurrido en estas últimas semanas para este hipotético giro copernicano de escenario, aunque soñar es gratis y, sobre todo, hasta casi obligatorio para movilizar a unas aturdidas bases... En un mes, o más allá, la respuesta...