El profesor Gutiérrez Casalá está a punto de presentar una tesis sobre la represión durante la guerra civil en la provincia de Badajoz. Se trata de un tema controvertido sobre el que había estudios parciales, pero no un trabajo global y científico que aclarara los hechos y las cifras. La tesis, dirigida por el profesor Fernando Sánchez Marroyo, será presentada en la facultad de Filosofía y Letras del campus de Cáceres.

Como ya informaba EL PERIODICO EXTREMADURA el pasado viernes, el profesor Casalá documenta 12.971 víctimas de la represión. De ellas, 11.034 fueron fusiladas por el bando de Franco y 1.937 cayeron por las actuaciones del lado republicano. Quedan por documentar otros 7.000 muertos, empeño investigador en el que está inmersos los profesores de la Uex Sánchez Marroyo y Chaves Palacios, además del propio Casalá. Ese trabajo pormenorizado verá la luz en forma de libro y CD recogiendo las casi 20.000 víctimas de la guerra una por una, nombre a nombre.

Pero más allá de los datos de esta tesis, comenzada en 1993, están los entresijos de la investigación, que permiten conocer detalles desconocidos de la represión, aclarar puntos controvertidos y reparar en cómo influye aún en Extremadura la viva memoria de la guerra fratricida.

¿Qué ha encontrado en su viaje por los 162 pueblos de Badajoz buscando documentos?

-- Me iba con mi mujer por toda la provincia. A veces nos quedábamos a dormir en pueblos alejados de la Siberia para poder recorrer la comarca. He visto todos los registros civiles y para ellos he tenido que convertirme hasta en un delincuente. Hay señores secretarios de ayuntamiento que se creen dueños y señores de los registros, cuando sólo son sus vigilantes, y se niegan a prestar ayuda a los investigadores. Uno de ellos se negó a que viera el registro, me despreció de viva voz y tuve que cogerlo por la solapa. El profesor Sánchez Marroyo me avisaba de que en tal pueblo importante no iba a poder ver nada, pero yo conocía al secretario y éste me decía que fuera tal semana de verano en que el encargado del registro no estaba. Así, con tretas y perseverancia, pude ver todos los registros civiles.

CURAS VALIENTES

¿Y los eclesiásticos?

-- El 90% de los represaliados en la provincia de Badajoz eran braceros, yunteros que no dejaban bienes a los herederos y al morir, importaba tres narices darles de baja porque nadie iba a reclamar sus bienes. En el posfranquismo, sus hijos, cuando tenían que presentar un informe de su padre para encontrar un trabajo, estaban encantados de que no apareciera su muerte por fusilamiento en el registro porque así conseguían el empleo. Ese es el abc de lo que pasó: daban de baja a los padres fusilados en el registro de las iglesias, no en el civil. Los registros de las iglesias han sido mi principal fuente documental. Hubo curas valientes que ponían al margen: fulanito, fusilado por los nacionales. Sin embargo, muchos secretarios me decían que cómo iba a remover las cosas de la guerra y tenía que buscar recomendaciones para acceder a la documentación porque no hay ninguna ley que permita ver los registros. Es potestad del juez. Aún hay miedo a la guerra civil.

¿Y el registro de Badajoz, tan difícil de ver hasta ahora?

-- El registro de Badajoz lo he visto porque la encargada, Inmaculada Sanguino, que nombro en la tesis, es muy amiga mía. Puede ser que yo sea el único que he visto ese registro. Ella me ha proporcionado una lista que no estaba en el registro y ha aparecido ahora, con todos los que fueron fusilados en Badajoz. En el año 47, mandaron quemar todo lo que estaba en el registro sobre la guerra. Me informaron de que Cienfuegos Linares, jefe entonces de la Audiencia Provincial, se había llevado la documentación a su casa. Aplaudo ese gesto, pero no puedo aplaudir que cuando fui a pedírselo, me dijera que él no tenía nada. En algunos archivos he encontrado toda la documentación clarísima y con tal lujo de detalles tremendos que tuve que ir a visitar a un médico amigo mío porque me venía abajo.

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