La del gusano cabezudo es una plaga que afecta a los frutales de hueso, como el ciruelo, el melocotonero, el nectarino o el cerezo. En su fase adulta, este insecto mordisquea las ramas y debilita extraordinariamente el árbol, aunque es como larva cuando ocasiona más daños, ya que se instala en la raíz o en el cuello del árbol y acaba por secarlo, al interrumpir el flujo de savia.

Se trata de una plaga "con una incidencia importante a nivel nacional", resalta José del Moral, investigador del Departamento de Fitopatología del Centro La Orden-Valdesequera. El ha sido el encargado de coordinar, durante los últimos cuatro años, un proyecto de investigación que ha realizado varias aportaciones que pueden ser muy importantes a la hora de combatir a este insecto. Del Moral explica que hasta hace pocos años la incidencia del gusano cabezudo (capnodis tenebrionis ) se localizaba fundamentalmente en las zonas donde la pluviometría es importante y no hay que regar los árboles, ya que el agua en abundancia ahoga a este invertebrado. Así, en Extremadura estaba presente en comarcas como las de El Jerte, Gata o Las Hurdes.

Ahora, sin embargo, se ha propagado a otras zonas, como Las Vegas del Guadiana. "Se está extendiendo a una velocidad de vértigo", dice del Moral. "Desde hace tres años estamos arrancando plantaciones enteras", añade. Las razones de este contagio son dos. Por un lado, que en muchos campos se ha pasado al riego por goteo y, por otro, que se han dejado de efectuar los "tratamientos de invierno que antes hacían los agricultores con aceites de petróleo y que ahora se han prohibido".

En este contexto, la investigación del centro La Orden-Valdesequera ha conseguido probar, en primer lugar, que, contrariamente a lo que se pensaba, en su fase adulta el insecto inverna en las ramas del árbol, y no en el suelo, lo que permite que, con un tratamiento adecuado, se pueda eliminar al menos esta parte de la población, ya sea con piretrinas naturales --utilizables en la agricultura ecológica--, o sintéticas.

Además, ha descubierto un nematodo entomopatógeno que causa enfermedades al gusano, lo que posibilita una lucha biológica eficaz contra esta plaga. Según indica del Moral, se mantienen conversaciones con una empresa extremeña para crear un producto comercial a partir de este hallazgo.

En estos momentos está en marcha una tercera línea de investigación, que busca atacar a la larva en su primera fase, en el momento en el que, tras salir del huevo, busca la raíz. Los investigadores han comprobado que colocando en el suelo una capa de alpechín, al llegar a ella, las larvas mueren.

Aunque este residuo de la extracción del aceite puede ser altamente tóxico, es también una fuente importante de fertilizantes porque tiene una gran cantidad de nutrientes. Empleado en dosis adecuadas, se metaboliza y actúa como abono, además de como un insecticida natural. Los resultados obtenidos hasta el momento han demostrado una eficacia muy alta en esta última faceta, aunque, subraya del Moral, todavía son resultados previos que habrá que confirmar.