45 días sin servicio y la declaración de impacto ambiental del último tramo de la línea de alta velocidad Madrid-Extremadura no presagian nada bueno para la vía que desde 1881 une Valencia de Alcántara con Cáceres y la capital de España. Por un lado, se trata de los 45 días que han pasado desde el último descarrilamiento del Tren Hotel Lusitania, que ha provocado el "corte temporal", según Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), de esta vía para su reparación. Por otro, la declaración de impacto ambiental del tramo del AVE Madrid-Talayuela recoge que este discurrirá por el actual trazado a Valencia de Alcántara, por lo que apunta que "en el futuro será factible su desmantelamiento para usos alternativos".

Antes, años de abandono, de supresión gradual de trenes de pasajeros y mercancías, de poblados ferroviarios condenados al olvido. Ahora, una duda: ¿Qué futuro espera a los 90 kilómetros que unen Cáceres con el municipio fronterizo por tren si los que los preceden (de Madrid a la capital cacereña) se modificarán por la llegada del AVE, que seguirá el mismo trazado? Pregunta que alienta otras, como por qué ha tenido que pasar más de un mes para que Adif anuncie que licitará "por la vía de urgencia" la reparación de la línea. O en qué ha aumentado el riesgo de la vía con respecto al 22 de enero, cuando el Lusitania circulaba con normalidad por la misma (el accidente fue el día siguiente).

De estas cuestiones proviene la incertidumbre que albergan cada vez más extremeños. Entre ellos, los responsables de los sindicatos de la empresa estatal. O el alcalde de Valencia de Alcántara, Cándido Moreno. También quienes como Oscar Martín o Federico Martín Amor --descendiente de ferroviarios y jubilado del ramo, respectivamente-- defienden a ultranza el ferrocarril convencional y, en particular, la histórica línea extremeña. En su mente, la falta de renovación de las vías (casi dos tercios del trazado están formados por traviesas de madera que datan de 1918) y su escasa conservación, la supresión paulatina de grandes trenes (como el Talgo Luis de Camoes) y el ingrato recuerdo de la clausura de la línea ferroviaria de la Ruta de la Plata en 1985.

OPTIMISMO Pero también hay espacio para el optimismo. Como el que transmiten desde Adif cuando anuncian que "seguramente en los próximos días se adjudicarán y comenzarán las obras" que permitirán la reapertura de la línea. Y el que muestra el presidente de la Asociación Extremeña de Amigos del Ferrocarril, Angel Caballero, que defiende que "no hay por qué dudar de los anuncios de la empresa estatal y la Delegación del Gobierno, que aseguran que la línea no va a cerrarse". A su juicio, incluso aunque la declaración de impacto ambiental recoja el futuro desmantelamiento de esta vía, "no tiene por qué ser definitivo, ya que ambas líneas podrían complementarse".

Lo cierto es que, por ahora, el problema de la línea Madrid-Valencia de Alcántara no es la incompatibilidad del AVE con el ferrocarril tradicional, sino la absoluta ausencia de ambos. Ello pese a ser vías que han soportado el paso de trenes tan importantes como el Surexpreso Lisboa-Madrid-París-Londres, que sigue en circulación actualmente pero pasando por Fuentes de Oñoro, justo por donde se ha desviado ahora el Lusitania. Ni siquiera el último mercancías que las utiliza (un servicio semanal a Lisboa para trasladar material de automoción) las recorre estos días de abandono que contrastaría con el tráfico que registraba en otros tiempos, los del transporte de los fosfatos de las minas de Aldea Moret a Lisboa, por ejemplo, o de las tropas nacionales durante la Guerra Civil.

Así lo recuerda Oscar Martín, que ha investigado mucho acerca de esta línea ferroviaria y, especialmente, de la estación de Arroyo-Malpartida, de donde procede su familia. A ello le llevó la curiosidad de ver como poblado abandonado un núcleo de población que en su día llegó a tener capilla, escuela, dos cines y más de un millar de habitantes. Hoy sabe que el declive de la que fue la estación, junto con la cabecera, más importante de la línea tuvo mucho que ver con la desaparición de las locomotoras de carbón, de cuyo mantenimiento se ocupaban fundamentalmente en esa planta. Pero el de la línea lo relaciona más con "la falta de interés por su explotación, que derivó en su falta de mantenimiento adecuado y, por consiguiente, su progresivo abandono".

"En principio sí que tenía éxito, pero después se ha ido dejando de renovar, los horarios empeoraron... Si no se apuesta por una línea, los viajeros tampoco lo hacen", afirma. Y ni siquiera es seguro que la supresión de servicios esté directamente vinculada con la escasez de usuarios. Así al menos lo ve Francisco Martín, que durante 43 años trabajó como ferroviario, 14 de ellos en la estación de Arroyo-Malpartida y cinco en Valencia de Alcántara. "Contamos que 5.000 personas habían cogido el Talgo Luis Camoes en un año solo desde este último municipio", ejemplifica.

Precisamente desde que se suprimió ese tren, en septiembre de 1995, Martín comenzó "a sentir mucha tristeza" e incluso evita evocar lo que fue su trabajo "y los mejores años de mi vida". Además, reconoce que no le extrañaría que la línea sea desmantelada, pero preferiría que se mantenga "al menos para que haya un cercanías desde la comarca a Cáceres".

Esta es también la reivindicación de los sindicatos de Adif, que abogan porque la línea se mantenga y el Lusitania vuelva a transitarla. Así lo exige la presidenta del comité de empresa en Cáceres y portavoz de CCOO, María Eugenia Lumbreras, que pide a los políticos extremeños que "hagan llegar sus exigencias al Gobierno central, porque nos estamos quedando sin tren y no hacen nada".

A su juicio, apostar solo por la alta velocidad es un error, "porque no vertebra una comunidad" y también ve equivocado minimizar los perjuicios para los pueblos por los que pasa la línea, "porque están perdiendo su única alternativa a la carretera". En el mismo sentido se pronuncian los responsables de UGT en Adif, que solicitan el restablecimiento del tráfico en la línea a partir del acondicionamiento de la infraestructura "por vía de urgencia".

Más prudente se muestra el presidente de la Asociación Extremeña de Amigos del Ferrocarril, que no duda de la intención de Adif y el Gobierno de mejorar la vía con la urgencia solicitada, de acuerdo con lo anunciado esta semana. Para Caballero, que también trabajó como ferroviario durante más de cuatro décadas, "nadie duda de que se va a mantener, porque es la vía más corta entre Madrid y Lisboa".

El mismo argumento defiende el alcalde valenciano, que presentará "una moción para pedir explicaciones a Fomento, porque se nos dice que se va a arreglar la línea pero no se nos dan explicaciones". Una información que esperan casi con tanta impaciencia como la vuelta del tren a las vías de Valencia de Alcántara.