WLwa irritación musulmana por la publicación de unas caricaturas ofensivas de Mahoma --ayer fueron incendiadas cuatro embajadas-- se ha convertido en un problema mundial. Numerosos gobiernos occidentales han tenido que intervenir para calmar los ánimos.

La mayoría de sus declaraciones abogan por compatibilizar un derecho irrenunciable para las sociedades democráticas, como es la libertad de expresión, con el respeto a todas las creencias religiosas.

Este respeto no tiene por qué incluir, como ha proclamado el Gobierno danés, ninguna petición de perdón. EL PERIODICO reprodujo el miércoles pasado parte de la página del diario danés que originó la polémica con el único interés de informar a sus lectores sobre el motivo del conflicto, con respeto, sin ningún ánimo ofensivo y sin que se sienta ahora obligado a rectificar o pedir perdón.

Las caricaturas pueden molestar a los musulmanes, que tienen derecho a denunciar judicialmente a sus autores. Cualquier otra cosa es una desmesura que ilustra sobre su dificultad de entender nuestros valores. Ni Dinamarca ni los productos daneses deben pagar las consecuencias de la decisión de un periódico danés. Ya no es tiempo de cruzadas.