Medicus Mundi Extremadura cumple este año su décimo aniversario desde su fundación. La directora y coordinadora de proyectos reflexiona sobre las experiencias vividas en este período.

--¿Desde cuándo entregada a los demás?

--Desde el año 1989, cuando me preparé haciendo un curso de Medicina Tropical. Entonces empezó el gusanillo y toda mi inquietud. Tras hacer un curso intensivo durante dos años en un hospital de Barcelona, fue Camerún donde desempeñé, en 1992, el primer trabajo que se me encomendó, que era dirigir el hospital Ngovayang en el que había que hacer de todo, como operar, vacunar niños, llevar la gestión, en fin todo. Después de ir a Ruanda, volvimos a Extremadura y nos ubicamos en Don Benito, porque nos dimos cuenta que aquí había un mayor grupo de personas sensibles.

--¿Cuál es la labor de Medicus Mundi en Extremadura?

--Va enfocada en dos líneas. Por un lado, la prioritaria es el desarrollo de proyectos de carácter socio-sanitario en los países africanos de Camerún, Ruanda y República Democrática del Congo. Por otro, también llevamos a cabo campañas de sensibilización y educación para el desarrollo en la región, a través de charlas, conferencias o exposiciones.

--¿Del 1 al 10, como puntuaría la sanidad de esos países?

--No aprueba. Le daría un 4, ya que falla la medicina preventiva. Los gobiernos de estos países no ven, ni la educación, ni la sanidad como algo prioritario para ellos. Gastan más en armas que en la formación y el cuidado de sus gentes.

--¿Qué le han enseñado en el Tercer Mundo?

--Me han enseñado a ser muy realista, a vivir el día a día, a no preocuparme del futuro, a tener menos cosas de las que hubiera tenido si me hubiera quedado aquí, a relativizar muchas situaciones, a valorar a los ancianos y personas mayores... La gente de allí, aunque es pobre, tiene un encanto que nosotros estamos perdiendo, quizás por el exceso de tecnología o porque no tenemos tiempo nada más que para trabajar, ganar dinero y gastar. Creo que por el camino que vamos, no vamos bien. Así, puedo entender muy bien a los que llegan aquí en las pateras, porque como no tienen nada que perder, vienen buscando algo mejor. Lo cierto es que, cuando estoy allí, no echo de menos esto.

--¿Somos solidarios los extremeños?

--Somos solidarios, pero cada día nos cuesta más. Al mundo rico le cuesta aceptar que tiene que compartir con el mundo pobre. Cuanto más vamos teniendo, más duros somos.