En dos chalets en el camino de la Estación, hoy la avenida Carolina Coronado, se inicia en Badajoz la historia del colegio Nuestra Señora del Carmen, conocido popularmente como Maristas por ser ésta la congregación que lo dirige. Era 1930 y ese curso acabó con apenas una treintena de alumnos matriculados. Su siguiente ubicación fue una casa de alquiler en la calle Donoso Cortés, en la que impartieron clases desde 1931 a 1964, año en el que se trasladaron a las actuales instalaciones de la avenida Juan Pereda Pila. El primer director del colegio fue Paul Mariel y seis jóvenes hermanos maristas estaban al frente de las clases. Con la llegada de la segunda República y para cumplir la Ley de Confesiones, el director fue sustituido por un laico y los maristas tuvieron que dar sus lecciones vestidos "de paisano".

Cuando se compró la finca de La Higuera para levantar el colegio en Juan Pereda Pila casi todo el entorno estaba baldío. La demanda de alumnos de la ciudad, pero especialmente de los pueblos de la provincia fue lo que llevó a construir las nuevas instalaciones, que en sus primeros años funcionaron también como internado. Varias décadas después, ese interés de las familias por que sus hijos se formen en los Maristas continúa y el colegio Nuestra Señora del Carmen es uno de los más demandados de Badajoz.

En la actualidad, en sus aulas estudian 1.200 alumnos --de Infantil a Bachillerato-- e imparten clases más de 60 profesores. Para su director, Gregorio Bartolomé, lo que ha hecho que este centro sea un referente es que ha sabido incorporar las nuevas metodologías de enseñanza acordes con los tiempos, sin perder lo que él denomina "la pedagogía de la presencia", es decir, estar siempre "cerca" de los alumnos y acompañarlos en su evolución no solo académica, sino personal. "Tenemos una relación de familia", dice.

"Trabajamos en proyectos de I+D, hemos incorporado las nuevas tecnologías, se trabaja mucho desde las tutorías para implicar a padres y alumnos y, como colegio religioso que somos, organizamos actividades pastorales con diferentes grupos", enumera el director, quien destaca la importancia de las actividades extraescolares en la transmisión de valores. "Es un colegio vivo", subraya Gregorio Bartolomé.

Con el director coincide Matilde Redondo, profesora y coordinadora del Seminario de Lenguas. Para ella, aunque la parte académica debe ser "la más importante", la formación de los alumnos debe completarse implicándolos en distintos proyectos. Así, el centro celebra la Semana del Inglés, organiza una Olimpiada de Ortografía y ayer celebraron el Día de Portugal, donde los 177 alumnos que cursan este idioma llevaron a cabo una representación.

De una de las iniciativas que más orgullosa se muestra es del libro sobre la historia de Badajoz que el pasado año escribieron los alumnos de segundo de Bachillerato, que la editorial Edelvives les ha publicado y que presentarán de forma oficial en la próxima Feria del Libro de Badajoz. El libro está prologado por el escritor extremeño Jesús Sánchez Adalid. "Participamos en todo lo que se nos invita. Los niños quieren a su colegio y colaboran. En nosotros está saber darles esa motivación", dice Matilde Redondo.

Otro de los proyectos de los que presumen es de su participación en el programa Comenius. Esta semana han recibido la visita de 40 alumnos y profesores de los 10 países con los que trabajan. Bajo el título Peacefull horizons este programa les ha dado la oportunidad de conocer otras culturas desde diferentes puntos de vista --la economía, la comunicación, la música o el folclore, entre otros--, así como desenvolverse en el uso de las tic's para poder llevar a cabo el trabajo en común con personas que están a miles de kilómetros o mejorar su inglés, que es el idioma en el que se comunican. "Les ayuda a abrir la mente", explica la profesora y coordinadora del programa, Carmen Lozano.

Los alumnos del Comenius fueron recibidos ayer por el alcalde, Francisco Javier Fragoso, y durante la semana han disfrutado de distintas actividades culturales y de ocio, además de convivir con las familias de sus compañeros.

La solidaridad es otro pilar fundamental en los Maristas, por eso se trabaja en el día a día y de forma transversal. Hay distintas actividades y campañas, como la de SED, la oenegé de la congregación, que este año se centra en el consumo responsable, aprender a reutilizar y la sostenibilidad. El dinero recaudado en los distintos actos que se organizan están destinados a un programa de becas en Bolivia, gracias al que 42 alumnos, hijos de familias campesinas, pueden estudiar Secundaria. Con estos fondos, según el delegado de Solidaridad, Ignacio Acha, se financia el transporte de los alumnos y el material escolar que necesitan. Además, desde la Pastoral de Solidaridad se desarrolla desde hace tres años el Plan de Educación Social, que son unos talleres que se llevan a cabo fuera del horario de escolar y en los que los alumnos de primero de Bachillerato acuden a distintos centros sociales. "Está siendo una maravilla, porque conocen otras realidades. Van a centros de personas con discapacidad intelectual, al Centro Hermano o a los comedores sociales durante cuatro meses, una vez a la semana, a echar una mano. Es una experiencia muy positiva", destaca Acha.

Para el director del colegio, la implicación de profesores, padres y alumnos, las propuestas innovadoras en los métodos de enseñanza y el trabajo en educación en valores auguran que los Maristas seguirán siendo una gran familia a la que los resultados académicos sonríen, como demuestra, según resalta, que desde hace varios años "el 100% de nuestros estudiantes aprueban la Selectividad".