El término cambio climático se coló en la vida cotidiana hace poco tiempo, pero llegó para quedarse una larga temporada. Las evidencias de que el tiempo está cambiando han dejado de cuestionarse y los efectos que puede llegar a tener con el paso de los años son cada vez más evidentes según los análisis de los científicos. En la región, de ello se encarga el grupo de investigación AIRE, de la Universidad de Extremadura, entre otros. Los últimos resultados obtenidos por el profesor de Física e investigador Javier Acero evidencian un aumento de las temperaturas y la reducción de lluvias en los próximos 20 años.

Este grupo, desde sus orígenes, se ha centrado en estudiar la variación de las precipitaciones, pero recientemente analizan también la temperatura a través de un proyecto regional. "Son precisamente estas dos variables las que más nos afectan y preocupan en Extremadura, principalmente por tratarse de una región agrícola cuyas repercusiones pueden ser muy importantes en el futuro", explica.

Sobre las temperaturas, el profesor precisa que están aumentando las medias y también las extremas, como las que se registran en verano. Basta un dato: "atendiendo a una definición de ola de calor, como aquellos días en los que las temperaturas máximas (de uno o varios días consecutivos) superan los 39 grados centígrados, el número de eventos de olas de calor en los quince años comprendidos entre 1961-1975 fue de 28; en nuestra época más reciente, en los quince años entre 1996-2010, se produjeron 65 eventos de olas de calor", según los datos pertenecientes al observatorio Badajoz-Talavera, situado en la Base Aérea de Talavera la Real. Es una evidencia clara de que las temperaturas extremas están subiendo, pero también las medias. "Las horas de calor en estos últimos años han aumentado considerablemente y la tendencia será en el mismo sentido". Las consecuencias directas para la región pueden ser una merma de la producción agrícola o la aparición de plagas más allá del verano, ya que el frío es un método natural para erradicar plagas como los mosquitos. "Estos cambios ya se están notando ligeramente, pero a largo plazo serán más acuciantes". Las predicciones de los investigadores de la Uex coinciden con uno de los informes elaborados por los Expertos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático --IPCC en sus siglas en inglés--, que precisa que las olas de calor rebajarán la producción de cereales y frutas entre un 25% y un 35%.

"Los riesgos principales en el campo son la floración temprana con posibilidad de heladas y los granizos, este año por el momento va todo perfecto, aunque hemos tenido temporadas peores. No obstante, si está habiendo cambios en la producción ahora son mínimos, en el campo siempre hay que tener la vista puesta en el cielo", dice Miguel Angel Gómez, gerente de la asociación extremeña de fruticultores.

OTRA VARIABLE En cuanto a las precipitaciones, los estudios del profesor Acero también evidencian cambios significativos. Las lluvias disminuirán considerablemente en primavera e invierno. En otoño se mantendrán, aunque durante esta estación aumentarán los episodios de fenómenos extremos: por defecto, que supondrían sequías, o por exceso, que conllevarían inundaciones, menos probables en las temporadas de invierno y primavera, según Acero.

En contra de lo que marca el IPCC, Acero encuentra resultados diferentes en este parámetro en función de la temporada del año. Los fenómenos extremos de precipitaciones irán disminuyendo en las épocas de invierno y primavera --mientras que la predicción del IPCC tiende a la inversa--, pero no sufrirán variaciones en otoño.

Otro reciente informe de la Agencia Estatal de Meteorología, abunda en las mismas circunstancias. Las previsiones que maneja son para un periodo de tiempo mayor, hasta finales de siglo, pero las consecuencias son las mismas. Las temperaturas máximas medias podrían aumentar en la región entre tres y cinco grados centígrados en los próximos 90 años y las mínimas también subirán entre dos y cuatro grados en función de los distintos escenarios con los que se trabaja, según los datos recopilados por Marcelino Núñez, delegado territorial de la Aemet.

En cuanto a las lluvias, podrían reducirse de media hasta un 20% en el próximo siglo, según los datos de Meteorología. Todas estas predicciones están recogidas en la Estrategia de Cambio Climático de Extremadura para el periodo 2013-2020, un documento aprobado el pasado enero por el Consejo de Gobierno que continúa el texto del 2009-2012 pero adaptación a la situación actual. Con esta estrategia la Junta viene a refrendar los esfuerzos realizados tanto a nivel nacional como internacional y alcanzar un desarrollo sostenible de la región que permita reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero, fruto de la forma de vida.

"Al final, las consecuencias serán que tendremos que acostumbrarnos a vivir con menos cantidad de agua porque habrá menos disponibilidad, eso tendrá consecuencias importantes y tendrá un impacto directo en las zonas de máxima producción agrícola, que puede que se vayan desplazando más al norte o que surjan nuevos cultivos. Aunque no será un cambio muy dramático tendremos que adaptarnos a una nueva situación", resume el profesor de la Uex, que asegura que Extremadura no sentirá de forma especial los fenómenos producidos por el cambio climático: "no es mucho más vulnerable que cualquier otra comunidad".