Por imperativo mayor o por filosofía de vida, vivir solo es una situación que cada vez afecta a un mayor número de extremeños. Así lo constatan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que desvelan que en 1991 los hogares de la región habitados por una persona eran 47.449, cifra que una década después se ha disparado hasta los 77.165 casos.

El número comienza a cobrar magnitud. De hecho, si todas estas personas se reunieran en el estadio Santiago Bernabéu completarían un lleno absoluto de su aforo (con capacidad para 76.000 espectadores). Incluso por sí mismos podrían casi ocupar una ciudad mediana como puede ser Cáceres, que el pasado 1 de enero del 2005 tenía inscritos en el registro del padrón municipal a 89.029 personas.

Si se profundiza un poco más en las cifras, se puede comprobar que las mujeres siguen personificando esta cuestión de la soledad en el hogar, con especial incidencia entre las que tienen más de 64 años. En la región, unas 31.694 mujeres mayores de esa edad viven solas, lo que supone casi un 30% más que hace una década.

La mayor tasa de mortalidad entre los hombres, así como los cambios sociodemográficos, como el incremento de los divorcios o el individualismo de las nuevas generaciones, están detrás de esta mayor incidencia sobre el colectivo femenino.

Sin embargo, el gran repunte de este fenómeno sociológico durante los últimos 10 años tiene su motor en su implantación entre los hombres. Mientras que a principios de los 90 poco más de 9.500 varones de entre 16 y 64 años se atrevían a vivir solos en Extremadura, a principios del siglo XXI la cifra asciende a 21.559. Además, también se ha elevado el número de casos entre los varones mayores de 65 años, que han pasado de 6.000 a casi 11.000 en la última década.

Reflejo en la vivienda

El incremento de hogares ocupados por una persona también se evidencia a través del censo de viviendas. Así, el volumen de hogares en la región con un único inquilino ha pasado de representar el 14,5% del total de viviendas ocupadas en 1991 al 21% a principios de esta década. Es decir, en uno de cada cinco hogares extremeños la soledad es la única compañera de sus habitantes.