La mitad de los hogares extremeños tienen alguna persona mayor de 65 años. En la década de los 90 disminuyó el número de hogares en los que sólo vivían mayores de 65 años y aumentaron los que tenían algún anciano con miembros de otras edades.

La mayor parte de los mayores viven en pareja, pero existe una quinta parte que viven solos, una proporción superior a la media española. La tercera parte de los que viven en pareja comparten su vida con un cónyuge u otra persona mayor de 75 años.

La convivencia con hijo, cuando es en casa del propio anciano, no supone una mejora económica para el hogar, en el 85% de los casos siguen siendo los padres los principales sostenedores económicos. La décima parte de los que conviven de este modo son, además, cuidadores de un hijo dependiente.

Las mujeres tardan más en irse a convivir con hijos en casa de estos y suelen hacerlo por mala salud o por incapacidad para manejarse en el hogar, mientras que en los varones influye más la defunción del cónyuge.