No hay duda de que son la llave para que muchas personas con discapacidad trabajen. Pero, al igual que ocurre en el resto de empresas, no siempre funcionan bien. Gabriel (Gabi) González, un hombre con discapacidad física e intelectual de Don Benito, tuvo una mala experiencia en un centro especial de empleo en que entró como indefinido, pero de un modo muy particular.

Con la alegría del trabajo fijo, tanto Gabi (que pronto cumplirá 40 años) como sus padres no pusieron pegas a las condiciones que le ofreció Aetis, un centro especial de Villanueva de la Serena del área inmobiliaria, que contactó con él a través de Cocemfe. Entre las irregularidades que denuncian, explican que Gabi empezó en enero del 2008, pero no firmó el contrato hasta marzo. Además este era a jornada completa, pero el entonces gerente, Pablo Ortiz --policía local en Castuera y que ha gestionado otros centros especiales-- le dijo que fuera la mitad, porque había poco trabajo.

Además, Gabi no recibió los 600 euros reflejados en su nómina, sino 300 en efectivo porque, según el trabajador, el jefe le había dicho que la empresa iba mal. Fue entonces cuando los padres empezaron a sospechar y a informarse sobre este tema y, poco después, su hijo fue despedido (en mayo del 2007). Dicho despido se declaró improcedente, pero el afectado y sus progenitores lamentan el poco apoyo que tuvieron en el proceso judicial y la falta de una actuación más dura contra el responsable de Aetis.

A su juicio, este se aprovechaba de las personas con discapacidad (había dos más como Gabi) para cobrar subvenciones. Pablo Ortiz, por su parte, declinó ayer hacer declaraciones sobre este caso asegurando que "está recurrido ante los tribunales".