El presidente Monago aprovechó su discurso del Día de Extremadura para lanzar nuevamente la idea de que debe presidir la Comunidad quien venza en las elecciones y no un conjunto de formaciones que han resultado perdedoras pero que, a la postre, y viendo los votos obtenidos, se unan formando una mayoría y desbancando al ganador. Aclaró después utilizando un símil olímpico que si un atleta salta 8 metros y hay otros dos que logran 5 y 4 metros, no puede ser que la medalla de oro se la lleven el segundo y el tercero juntando sus marcas. Sería injusto y, en su opinión, volviendo a las elecciones, una burla al deseo expreso de los ciudadanos.

Pero Monago no sólo quiere eso. También apuesta por rebajar el umbral de votos necesario para entrar en el reparto de escaños del 5% actual al 3%, lo que daría cabida a más formaciones minoritarias y hacer un arco parlamentario más diverso; aplicar listas abiertas para que sean los ciudadanos quienes elijan por nombres a sus representantes y no los partidos; y reducir el número de diputados de la Cámara extremeña de 65 a 45 escaños, lo que a su juicio aminoraría los costes de la institución sin menoscabo de la representación territorial.

El razonamiento es aceptable y en los ánimos que existen de regeneración democrática, es oportuno el debate. Sin embargo, va a resultar muy difícil, por no decir imposible, que salga adelante la propuesta. No en vano, para ello es necesario modificar la ley electoral regional, lo que precisa de tres quintas partes del Parlamento (39 diputados), e incluso reformar el Estatuto de Autonomía de Extremadura, para lo que es requisito imprescindible contar con dos terceras partes de la Cámara (42 diputados). Dicho de otro modo, que el PP, con 32 escaños, requiere del apoyo explícito del PSOE, con 28, para aprobar ambas reformas, puesto que el resto de fuerzas políticas, Izquierda Unida y PREX-CREX, solo cuentan con 3 y 2 escaños respectivamente.

Y el PSOE ya ha dicho que lo del 3% de los votos necesario para entrar en el reparto de diputados de acuerdo, que lo de las listas desbloqueadas se puede hablar, pero del resto nada porque supone hacerle el juego al PP que hace cábalas porque no le salen las cuentas.

Sin embargo, no han medido los socialistas que a los ojos de los ciudadanos el mensaje que se traslada es que el PP aspira a ganar las elecciones y gobernar aunque sea por mayoría simple, mientras que el PSOE, hoy por hoy, lo que persigue es encontrar un compendio de fuerzas de izquierda que le permita acceder nuevamente al poder. Sus cartas quedan boca arriba de igual modo.

Las posiciones de salida en toda carrera son muy importantes, y unas elecciones no dejan de ser una prueba de fondo. Por eso, habrá que decir que Monago se pone primero al llevar la iniciativa. No sólo se va a enfrentar a unos comicios desde el poder, con todo lo que ello implica, sino que traslada al electorado una visión de que no tiene miedo a medirse con nadie. Su mensaje no es otro que decirle a los electores: ojo a quien votáis, porque si se apuesta por el PP seré yo quien gobierne, pero si se apuesta por el resto, cualquiera sabe quién es el presidente.

Monago es un político atípico que se sale de los cánones habituales de su partido. Eso desquicia a sus oponentes, fajados en la discusión con el típico representante de la derecha rancia de otro tiempo. Lo normal es que un dirigente que ha ganado por primera vez tras 28 años de oposición de su partido quiera mantenerse en el poder y él ya se ha limitado por ley los mandatos a dos; lo lógico es que prefiera que no entren más formaciones en el Parlamento y él dice que es partidario; y lo esperado es que desee que se mantenga el número de diputados para poder colocar a más de los suyos y él habla de hacerle un tajo de 20 escaños a la Cámara legislativa. Si encima incluye el desbloqueo de listas y la elección como presidente de la lista más votada, deja poco margen a la crítica, porque se le podrá acusar de intereses ocultos y esperar a que cale entre la gente, pero se arriesgan a que parezca lo contrario, que quienes esconden algo sean los demás.