Como cada 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, miles de extremeños acudieron ayer a los cementerios de la región para honrar la memoria de sus seres queridos. Un año más, los ciudadanos visitaron desde primera hora de la mañana los camposantos para cumplir con la tradición y colmar de flores las tumbas de quienes ya no están. El buen tiempo también acompañó en esta jornada que se desarrolló con normalidad.

Miles de pacenses han acudido estos días a los dos cementerios de Badajoz a visitar a sus familiares difuntos. Desde el sábado están instalados ante sus puertas los puestos de flores y ayer, el día de mayor afluencia, había incluso un aparcacoches en la explanada de entrada en el cementerio Viejo o de San Juan. Fue aquí donde el Grupo Municipal Socialista quiso rendir homenaje por primera vez al concejal socialista Nicasio Macías Sanguino, que con 30 años fue fusilado en la plaza de toros el 16 de septiembre del 1936, hace ahora 81 años, el mismo día que el alcalde Eladio López-Alegría.

Al homenaje estaba previsto que asistiera la hija de Nicasio, Ángela Macías, de 85 años, pero se encontraba hospitalizada. Sí acudieron algunos de sus nietos, entre ellos Abdón Guisado, quien quiso agradecer al PSOE que organizase este acto «que nos llena de orgullo y nos llega al corazón». Guisado recordó que la familia de su abuelo «tuvo la suerte» de poder recuperar su cuerpo, no como otros que yacen «en las cunetas» y por cuya recuperación «nos tenemos que preocupar ahora». Además de concejales socialistas, entre ellos el portavoz, Ricardo Cabezas, asistieron miembros de UGT, sindicato del que Macías era miembro.

Cáceres revivió ayer una de las jornadas más solemnes del año. Aunque la mayoría de los cacereños ya se había apresurado a engalanar las lápidas de sus seres queridos días antes, el cementerio de la capital cacereña lució durante toda la jornada un desfile de ramos de flores y de familiares que se desplazaron para honrar a sus difuntos. «Aunque lo hagamos cada día, hoy -por ayer- es un día para recordarlos», rezaba una cacereña que abandonaba el camposanto tras la visita. A partir de mediodía el espacio vivió su punto álgido. La mayoría de las familias se retiró del cementerio a completar la jornada de tradición y familia «con buñuelos y huesos de Santo».

El cementerio de Mérida también recibió ayer a miles de emeritenses que acudieron a cumplir con la tradición. Un año más, el camposanto lucía espléndido las miles de flores que los ciudadanos habían depositado en los nichos y tumbas de sus seres queridos desde los días previos a la celebración. Imágenes de respeto y tiempo para el recuerdo de quienes no caerán en el olvido porque perduran en la memoria.