Un trueno y, seguidamente, una vibración. Así describieron los vecinos de Mérida el movimiento sísmico que se registró ayer en el sur de la capital extremeña de una intensidad de 2,4 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se localizó a una profundidad de dos kilómetros, y que no ocasionó ningún incidente ni personal ni material. De hecho, los bomberos de la zona no recibieron llamadas de auxilio, aunque sí el Centro de Urgencia y Emergencias 112 de Extremadura advirtiendo de las vibraciones que sintieron los interlocutores, pero dada la escasa magnitud del temblor no se adoptaron medidas especiales.

Según el Instituto Geográfico Nacional, organismo dependiente del Ministerio de Fomento, el terremoto se produjo sobre las 9.54 de la mañana de ayer, de una potencia de 2,4 grados en la escala de Richter, lo que significa que esta magnitud suele ser tan pequeña que, a veces, son imperceptibles. Tal es así que suelen registrarse mil seísmos de este calibre al día en todo el mundo.

Extremadura no se caracteriza por sufrir movimientos sísmicos notables. Sin embargo, el pasado 23 de abril, los habitantes de nueve localidades extremeñas (Brozas, Alcántara, el poblado de Iberdrola de esta localidad, Malpartida de Cáceres, Carbajo, Mérida, Navas de Santiago, Pescueza y Badajoz) amanecieron con los temblores de un terremoto de intensidad 3,2, con epicentro en Brozas, a dos mil metros de profundidad.