El abandono de los estudios obligatorios, que afecta a 3 de cada 10 alumnos de ESO en España (el doble de la media europea) no ocurre porque sí, ni de la noche a la mañana. Se trata de un largo proceso que culmina con el desinterés, la desvinculación y el aburrimiento del alumno. Una investigación de la Obra Social la Caixa y basada en 856 expedientes de alumnos de toda España ha constatado que la mitad de los que desertaron de las aulas antes de terminar la enseñanza obligatoria lo hicieron porque la escuela no les gusta, les aburre o les genera rechazo. Un tercio afirman que lo hicieron para incorporarse al mercado laboral.

"Aunque desde fuera se considera un fracaso, los alumnos que abandonan lo perciben como un éxito que les permite tomar decisiones y entrar en la vida adulta, el empleo y la independencia", aseguró Mariano Fernández Enguita, catedrático de sociología de la Universidad de Salamanca y coordinador del informe. "Abandonar no fue un problema, sino una liberación. La escuela es como una cárcel. Si estaba en ella era porque era obligatorio. Lo importante en esta vida es trabajar", asegura un joven de 17 años, actualmente camarero en Baleares.

REPETIDORES Y AUSENCIAS El análisis de los expedientes ha detectado que la repetición de curso es frecuente en el 88% de estos alumnos. De hecho, a los 10 años, uno de cada 10 niños ya no asiste al curso que le corresponde por su edad, y el 16% ya acumula algún retraso. "Esos datos confirman que la repetición, abolida en casi toda la UE, es una de las perversiones del sistema, que puede fatigar, perjudicar y desanima al alumno", defendió Fernández Enguita. A su juicio, la "rigidez" del sistema educativo les desmotiva. Hay un problema "estructural": un alumno sin graduado en ESO está condenado al abandono y, si se le hace repetir, está condenado al mismo destino.

No presentarse a las asignaturas aparece como un comportamiento muy común entre los estudiantes que acaban abandonando. Por ejemplo, los alumnos del último curso de la ESO que desertan no se presentan, como promedio, a un 46% de las asignaturas de las que estaban matriculados. Además, el 91% de los expedientes analizados recogen muchas faltas de asistencia a clase no justificadas. A modo de muestra, los estudiantes que abandonan los estudios durante el primer ciclo de la ESO presentan un promedio de 226 horas perdidas, de ausencias sin justificar, en su último año de asistencia a clase. "¡Era aburrido!, ¡muy aburrido! Fue desagradable el tener que ir allí todos los días obligado", comenta un exrepetidor de segundo de ESO.

CONFLICTIVIDAD Los autores de la investigación se han encontrado con la sorpresa de que, en contra de lo que comúnmente se cree, los alumnos que abandonan no son más indisciplinados que el resto. Solo el 28% han presentado problemas serios, un porcentaje por debajo de la media general sobre todo en el primer ciclo de la ESO. "La mayoría de los que fracasan no son problemáticos", aseguró Luis Mena, otro de los autores de la investigación. Este experto rechazó el tópico de que los padres no se preocupan por los alumnos que terminan abandonando prematuramente sus estudios. Los expedientes demuestran que asisten más que la media a las reuniones de padres y a entrevistas con profesores y responsables del centro.

INFLUENCIA DE LOS PADRES El nivel educativo de los padres, más que el socioeconómico, es el atributo con más peso en el proceso de salida del sistema educativo. El análisis concluye que el 20% de los alumnos con padres universitarios corren el riesgo de fracasar. El porcentaje afecta al 62,9% en el caso de padres sin estudios y al 46,2% si solo tiene estudios primarios. Los chicos presentan, en términos generales, un 12% más de riesgo de fracaso que las chicas.