Biólogo

Monfragüe ha vuelto a pasar a las primeras páginas con motivo de la reunión en Cáceres de la Red Civil de la UNESCO en España, al presentar la Junta de Extremadura la candidatura del parque natural como reserva de la biosfera. Las reservas de la biosfera son una red internacional de áreas protegidas que abarca más de 400 enclaves en 90 países, caracterizadas todas por ejemplificar nuevos modelos de relación entre el hombre y la naturaleza. El Programa MaB, Hombre y Biosfera (Man and Biospher), desde sus comienzos en los 70, ha permitido la declaración de 22 reservas en España.

La distinción a Monfragüe supondrá un reconocimiento a los valores, conservación y gestión que se viene realizando de nuestro primer espacio protegido. Su nombramiento como reserva de la biosfera prestigia tanto a Monfragüe como a la UNESCO, puesto que el nuevo nudo que representa nuestro espacio protegido enriquecerá esta red española e internacional.

La declaración como reserva de la biosfera pondría fin a la deuda que hasta ahora se tiene con Monfragüe, al no habérsele declarado parque nacional representativo del bosque mediterráneo, a pesar de no existir en nuestro país ningún espacio que permita la más mínima comparación.

Por cierto, en un futuro también cabría pedir para el paraje de Peñafalcón, más conocido como el Salto del Gitano, su inclusión en la Relación de Sitios y Monumentos de España pertenecientes al Patrimonio de la Humanidad junto a Cáceres, Mérida o Guadalupe.

El Parque Natural de Monfragüe se encuentra situado en el centro de la Alta Extremadura, está formado por una franja de terreno de unos 30 kilómetros de longitud por seis de anchura, sirviendo el Tajo de espina dorsal. Tiene una extensión de 17.852 hectáreas, a las que hay que añadir 984 de masas de agua, que suponen el 5,5 % del total.

LA VEGETACION

El parque es una zona montuosa y de forma alargada. Está limitado a ambos lados por penillanuras adehesadas y recorrido en su centro por el Tajo. Presenta un clima mediterráneo con influencia atlántica, caracterizado por un amplio período de sequía estival, con veranos muy calurosos e inviernos en que se deja notar la influencia atlántica.

Monfragüe muestra una flora bastante completa y relativamente poco degradada, representativa del Biomo-bosque-matorral mediterráneo, y que desde antiguo ha sufrido los efectos de los manejos tradicionales a los que se sometían dichas áreas.

En el momento actual se observa un estado progresivo general, como consecuencia de la deshabitación del monte y la recesión de la cabaña ganadera al haber sido dedicada la mayoría de las fincas del parque a la caza. Todo esto hace que el parque represente uno de los parajes menos alterados y más representativos del bosque esclerófilo mediterráneo.

La presión humana ha sido moderada, pero continua, desde épocas remotas: el pastoreo, el carboneo, la carga excesiva de ganado cabrío; los incendios periódicos de jarales y brezales para provocar nuevos brotes de hierbas con que proporcionar alimento al ganado y a la caza; los antiguos descuajes de matorral; las viejas roturaciones para cultivos de matorral y arbolados, etc.. hacen que la vegetación no se encuentre en algunas partes en su estado climático u original.

Esta reflexión hace inteligible algo más: la configuración y organización del paisaje de algunas zonas está marcada intensamente por la acción antrópica, convirtiéndose el hombre en el factor ecológico fundamental de una cubierta vegetal, que en determinados terrenos se nos muestra más como resultado histórico que natural, lo cual no significa que los condicionamientos ecológicos estén ausentes.

LA IMPORTANCIA FAUNISTICA

Sin lugar a dudas, el gran valor de Monfragüe estriba en su importancia faunística, que es además la principal razón que llevó a su declaración como parque natural el 4 de Abril de 1979.

En Monfragüe viven y se reproducen más de 276 especies de vertebrados, gran parte de ellos, protegidos e incluso en grave peligro de extinción. El 74% de las especies protegidas en España habitan en este área, como el águila imperial, el buitre negro, la cigüeña negra y el lince ibérico como ejemplos más destacables.

Las aves son el grupo más numeroso y mejor representado de los que forman la gran comunidad de vertebrados. La avifauna es, sin duda, el principal valor del parque. Más de 175 especies de aves viven y se reproducen en el mismo. Prácticamente todas las rapaces de Europa vuelan por los cielos de Monfragüe. Aves prácticamente extinguidas en la Europa Occidental, como la cigüeña negra, de costumbres solitarias y de formidable belleza, están representadas en la zona por, al menos 25 parejas nidificantes. El águila imperial, considerada como la rapaz en más grave peligro de extinción, está también representada en Monfragüe por 15-20 parejas que representan casi el 20% de las imperiales que existen en Iberia. El buitre negro, la mayor rapaz de Eurasia, es otra especie en regresión alarmante, y su población en el parque es la mayor del mundo, concediendo sólo por ello un valor excepcional a la zona. Compañero del buitre negro y uno de los animales más representativos de Monfragüe es el buitre leonado, del que existen más de 400 parejas anidando en los grandes roquedos. Podríamos asimismo hablar de la importancia de Monfragüe por la existencia del alimoche, águila real, búho real....

Los mamíferos son el segundo grupo en importancia de los vertebrados del parque. Las más de 50 especies y el que perduren entre ellas el lince, meloncillo, tejón, nutria... bastan como muestra para reafirmar la importancia del grupo.

Los primeros testimonios de ocupación humana de Monfragüe son anteriores al Bronce, hacia el año 2800-2500 antes de Cristo. Se trata de unas preciosas pinturas rupestres con figuras seminaturalistas, semiesquemáticas y simbólicas. La razón de la pronta ocupación de Monfragüe hay que buscarla en la grandiosidad del paisaje, en la confluencia del Tajo y del Tiétar y en la existencia de numerosos arroyos que propiciaban la pesca. La gran abundancia de animales proporcionaban la caza, los frutos silvestres facilitaban la subsistencia, los afloramientos rocosos en lo alto de las sierras permitían una firme defensa y las oquedades en las sierras servían al hombre de refugios donde abrigarse.