Son aventureros con mayúscula; han cruzado 12 países y 3 desiertos en un Suzuki Vitara que no podía superar los 100 kilómetros por hora. El extremeño Julio Rico, el gallego Víctor Vázquez y el catalán Aran Sol participaron este verano en el Mongol Rally 2008. En total 13.000 kilómetros en 25 días desde Madrid hasta Ulan Bator, capital mongola. Llegaron en vigésimoquinta posición entre un total de 285 participantes, ¡nada mal!.

Con la perspectiva que da el tiempo, Julio Rico asegura que la experiencia le ha cambiado bastante "Te da agilidad a la hora de resolver problemas, tras haber tenido tantas situaciones difíciles atacas los problemas con más tranquilidad. También me he dado cuenta de que en nuestra sociedad estamos rodeados de cosas bastante inútiles, ya que allí la gente vive con lo mínimo, es feliz igualmente, y no se agobia con cosas triviales como aquí, eso sí, su vida es mucho más dura al tener también carencias de cosas básicas como una sanidad eficiente y próxima".

Las anécdotas se agolpan. Desde entenderse por señas porque ninguno de los tres hablaba ruso, el idioma más frecuente en casi todo el viaje; realizar la mitad del viaje sólo dos porque Arán no pudo conseguir tantos días de vacaciones y debió volar a Moscú directamente. Habla Julio de la suerte que les ha acompañado: a pesar del mal estado de las carreteras, no pincharon ni una sola vez, y lo que es más importante "Tuvimos suerte con la poli; nos pararon solo una vez mientras que a otros equipos les pararon decenas de veces y uno incluso tuvo que regresar a España porque se quedaron sin pasta por los sobornos que tuvieron que pagar.La primera cita era en Klenova, en la República Checa, donde había una reunión de los más de 280 equipos del rally (55 españoles, 30 italianos y 200 ingleses). Un destino inicial del que les separaban más de 2000 km; pero había que llegar y por ello se decidieron a conducir sin parar desde España, turnándose para dormir en el asiento del copiloto.Nunca se plantearon abandonar: a los problemas les buscaban solución que llegaron de la solidaridad de las gentes que conocieron. En Moscú tuvieron que acudir a un taller en el que desconocían su coche, pero lograron arreglarlo y además, lo hicieron gratis.

"Solo querían hacerse unas fotos con nosotros. Nos firmaron en el coche, pusieron una pegatina de su concesionario y nos despedimos. Muy majos"1.La tarde del 7 de pisaron suelo mongol.

"Fue una sensación única. Comenzamos a conducir por las pistas mongolas hasta la capital con Highway to Hell