A menudo llegan a España solo con lo puesto. Tienen que cargar con los empleos peor remunerados y guardar una parte de los ingresos que obtienen para enviarla a sus países de procedencia. Aun así, los inmigrantes se las arreglan para concentrar ya más de un tercio de las solicitudes de hipotecas de viviendas de segunda mano en España y entre un 10 y un 15% de los créditos al consumo. No es de extrañar que bancos y cajas se hayan lanzado a la conquista de unos clientes que, por si fuera poco, tienen fama en el sector financiero de ser buenos y puntuales pagadores.

Según el estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, la integración económica del inmigrante latinoamericano llega a partir de su tercer año de residencia. Es entonces cuando logra unos ingresos anuales superiores a los 10.000 euros (71%), tiene una cuenta bancaria (87%) y comienza a contribuir a la seguridad social (86%). Pero antes de llegar ahí, sus preocupaciones son otras. "Una de las primeras cosas que compran es un teléfono móvil para poder estar comunicados con sus familias. Luego, conforme se van adaptando al país, comienzan a acceder a los productos financieros. Empiezan abriendo una cuenta y más tarde llegan las tarjetas, los créditos y, finalmente, las hipotecas", explica Ignacio García Navarro, responsable de Márketing de Grupo Bem. Esta entidad está especializada en prestar servicios financieros y de comunicaciones a los inmigrantes y en ella toma parte Caja Badajoz. La entidad extremeña posee, junto a otras siete cajas de ahorro españolas, el 51% de su capital.

En los centros Bem, como en los de otras entidades similares, la plantilla esta compuesta fundamentalmente por trabajadores inmigrantes. "Por su situación, se trata de gente más desconfiada. Encontrarse con personas de su misma nacionalidad es algo que les da tranquilidad. Buscamos estar muy próximos al cliente y que se sientan como en su casa". Por este mismo motivo, incide, "la publicidad boca a boca para nosotros es fundamental". El inmigrante suele ser también un cliente más sensible al precio que el resto: "Por unos céntimos se mueven de un sitio a otro. Esto hace que sea muy importante el trato. Hay que conseguir que, aunque seas un poco más caro, des más servicios y se encuentren más a gusto contigo", explica Ignacio García, que añade que también se intentan ajustar a la baja las tarifas "para ser más competitivos", además de reducir el nivel de scoring --un cuestionario tipo para controlar el riesgo de morosidad de un cliente-- que habitualmente manejaría un banco o una caja, para así facilitar el acceso a los créditos.

Grupo Bem cuenta con 148 centros en España, dos de ellos en Extremadura, ubicados en Navalmoral y Talayuela. En ellos se prestan servicios de comunicaciones y financieros. En el primer ámbito se incluyen puestos de internet --en los que pueden conversar con sus familias a través de cámaras web--, cabinas de locutorios, recarga de móviles y tarjetas prepago.

Entre los segundos, ofrecen prácticamente la misma gama de productos que una entidad financiera convencional, como apertura de cuentas, créditos personales, tarjetas, hipotecas o remesas. De esta última, el responsable de Márketing de Grupo Bem indica que "es lo mismo que enviar un giro. El cliente te da el dinero y en diez minutos lo tiene la otra persona en destino". Se trata de un mercado que "realmente se lo llevan dos grandes grupos: MoneyGram y Western Union". Grupo Bem trabaja con el primero de ellos: "Necesitas una red de envío de dinero, con mucha capilaridad, para llegar al mayor número posible de pueblos", justifica.