Hacíamos trabajos de mucha responsabilidad, pero a nosotras nunca nos ascendían, siempre nos quedábamos como personal técnico, mientras que los puestos de peso intermedio y de dirección eran para ellos. Se convertía en algo habitual», se lamenta Ana María González Ortiz, una pacense que acaba de cumplir 50 años y que, asegura, ha vivido en primera persona la «discriminación normalizada» que existe, sobre todo, en el sector privado. «En mi caso yo trabajaba en el ámbito de las ONGs», añade. Ahora se acaba de quedar en el paro y sabe que su acceso a un empleo se complica para las mujeres que, como ella, han pasado la barrera de los 45.

Su experiencia es sólo un ejemplo más de la disparidad que golpea al mercado de trabajo. Hoy se celebra el Día Internacional de la Igualdad Salarial, esto es, la lucha contra la brecha que sigue existiendo entre hombres y mujeres a la hora de afrontar un mismo empleo. En Extremadura ésta se sigue ensanchando debido a la precariedad, según denuncian los sindicatos.

¿En qué se refleja esa diferencia? En nuestra comunidad las mujeres cobran una media anual de 17.413,85 euros frente a los 20.829,72 que perciben los hombres: 3.415 menos de diferencia (el 16,40%). O lo que es lo mismo, casi 300 euros menos al mes o la necesidad de trabajar 60 días más al año para alcanzar la igualdad retributiva. Aún así, estas cifras suponen seis puntos menos que la media nacional, según los datos que se extraen de la Encuesta de Estructura Salarial del INE (Instituto Nacional de Estadística).

Las críticas vienen por los motivos que generan esa desigualdad de salario. En Extremadura el 70% de los puestos que son temporales y parciales (que según los sindicatos es donde reside la precariedad) son ocupados por mujeres. «Existe un término para definir esta realidad: la contribución subsidiaria. Se considera que nosotras lo que hacemos es aportar un complemento, y no pasa nada por estar unas horas fuera de casa. Nuestra labor natural es cuidar de los niños o de algún familiar con problemas», manifiesta Teodora Castro, secretaria de la Mujer en CCOO de Extremadura. De hecho, solo el 8% de las excedencias para cuidar a un hijo en la comunidad las piden hombres. Una cifra que apenas ha variado en la última década, según los datos que recoge el Instituto para la Igualdad de Oportunidades.

«No obstante, con la crisis también se ha dado otra situación -continúa Castro-, y es que los hombres se han quedado en el paro y lo que ha sobrevivido es ese empleo temporal y parcial que se ha quedado en manos femeninas».

POR TRADICIÓN

Desde UGT regional, la secretaria de Igualdad, Políticas Sociales y Salud, María José Ladera, apunta que la crisis y la reforma laboral han hecho mella sobre todo en sectores vulnerables, como es el caso del empleo femenino: «Una de las claves es que, por tradición, las mujeres ocupan puestos sobre todo en comercio, hostelería y limpieza. Son contratos temporales y con jornadas parciales para que puedan conciliar vida familiar y laboral. Y es ahí donde son necesarias las políticas de igualdad».

Porque la conciliación, asegura Ladera, no consiste en un trabajo por horas con poco sueldo para poder estar en casa.

Y apostilla: «No se trata sólo de que se cobre menos, es que se reducen las prestaciones sociales presentes y futuras, como es el caso de las pensiones».

EJEMPLOS CLAROS /

La secretaria de la Mujer en CCOO pone ejemplos claros de discriminación en Extremadura: «Hay un complemento que está fuera de convenio que es un suplemento por disponibilidad. Lo perciben fundamentalmente hombres, que son los que se suponen que pueden asumir esta tarea extra. Otro caso evidente son los ascensos: apenas hay mujeres en puestos de responsabilidad, que son los que permiten un salario más alto. ¿Por qué ocurre esto? Porque hay una falta de valoración social al trabajo que desempeña una mujer».

Además, asegura que la desigualdad no se produce sólo en el desarrollo de un puesto, sino desde el primer momento de acceso al mercado: «Se suelen ocupar puestos menos cualificados».

A esto habría que añadir las dificultades a las que se enfrentan las mujeres a partir de los 45 años, para las que hay muchas puertas cerradas.

Los datos de la Encuesta de Estructura Salarial del INE refrendan las críticas que se lanzan desde los sindicatos. Las cifras sobre desigualdad dibujan un mercado de regional de trabajo en el que, aunque se han dado pasos hacia adelante, las crisis ha vuelto a dejar en evidencia la vulnerabilidad, en general, del empleo femenino.

«Creen que estamos distaídas por nuestra implicación con los hijos y, aunque no los tengamos, tampoco existe valoración real de lo que hacemos. Pero somos quienes más en serio nos tomamos el trabajo porque aportamos un gran sentido de la responsabilidad. Yo lo he visto desde siempre, y apenas si ha cambiado la situación», expresa desde Badajoz Ana María González Ortiz.