"No puedo pasar delante de mi antigua oficina. Me produce una ansiedad enorme. Me aislaron como a un mueble durante cuatro años, sin tareas, sin nada. El médico me dio la baja por el estado al que llegué. No podría incorporarme a ningún empleo".

Son palabras de un cacereño que ha sufrido maltrato laboral en la Administración y que ha promovido el nacimiento de la Asociación de Acoso Moral en Extremadura. Su caso es similar al de tantos otros: ni siquiera su familia le comprendía, mientras la depresión, la irritabilidad y la ansiedad se abrían paso. Su denuncia está ahora en los tribunales, por lo que prefiere mantenerse en el anonimato. "Cuando llegaba al trabajo era como si colgara junto a la chaqueta mis derechos fundamentales", recuerda.

La asociación nació en junio del 2002 y desde entonces ha recibido 80 llamadas. "Nos ha sorprendido la cantidad de casos", señala Manuel Beato, asesor jurídico. El colectivo pone al afectado en contacto con psicólogos, psiquiatras y abogados, "pero lo que más les ayuda es poder hablar con alguien que ha pasado por la misma situación", explica. La ayuda médica se hace necesaria porque la víctima, acosada por jefes o compañeros, no siempre está preparada para un juicio.