La encina y el alcornoque son símbolos de Extremadura. No en vano, la dehesa ocupa alrededor de un millón de hectáreas, lo que supone más de la mitad --un 53%-- de la superficie agroforestal de la región. Pero el valor de la dehesa va más allá de lo simbólico para convertirse en un motor económico, tradicional y actual. Así, la encina alimenta al emblemático sector ibérico extremeño mientras que el alcornoque es fuente para la industria del corcho, cuya producción ha alcanzado este último año las 23.000 toneladas. "El corcho ocupa el 3-4º puesto en volumen de negocio de exportaciones en la región y mueve toda la economía comarcal de San Vicente de Alcántara, donde nos enfrentamos a un problema de subsistencia a medio plazo", explica Adrián Tejada. Aunque todavía no hay datos concretos del impacto que la seca tiene en la productividad, la lógica dicta que si los árboles van muriendo, sus frutos inevitablemente irán mermando.