Antonio Calero y Javier Acedo son dos apicultores que podrían ser considerados «de cuna». Ambos siguen el mismo oficio con el que se ganaron la vida sus padres. Los dos coinciden también en el evidente incremento de la mortalidad de sus abejas y en que, por consiguiente, sus progenitores necesitaban menos colmenas para producir la misma cantidad de miel.

Acedo lo pone en cifras: «Las 1.200 colmenas que trabajo producen hoy lo que hace 15 años daban 300 o 600 colmenas». Un relato que concuerda con el de Calero: «Necesitamos el doble de colmenas para producir la misma cantidad de miel que antes».

Calero en Herrera del Duque y Acedo en Fuenlabrada de los Montes pertenecen a dos municipios donde la apicultura es un pilar básico, si no fundamental, de la economía local.

«Aquí el 80% de la gente vive de la apicultura. Indirectamente el 100%», cuenta Acedo.

Por ello, la creciente mortalidad de las abejas provoca cierta inquietud entre estas poblaciones y entre el sector, que además ya nota sus consecuencias en el presente.

«Supone mucho más trabajo y también más gasto, pero no podemos hacer otra cosa», dice Calero. «Tenemos que hacer más visitas a las colmenas, lo que significa más trabajo y más gastos pero es que remedio no hay ninguno», tercia Acedo.

Más investigación y más concienciación, es lo que piden para que su modo de vida pueda seguir saliendo adelante.