Hace cinco milenios, los humanos que habitaban los actuales territorios de Extremadura todavía vivían en cuevas, sin sentido social, aunque comenzaban a practicar la agricultura y la ganadería. Ya había muchas encinas (el afamado arqueólogo Eudald Carbonell ha conseguido pruebas de polen de las primeras que brotaron en estas tierras), también robles y humedales. Los humanos compartían los campos con hienas, rinocerontes, elefantes, osos, leones, panteras y otras especies. La temperatura, templada, no distaba mucho de los parámetros actuales.

Todos estos datos han sido descubiertos a raíz de recientes hallazgos en la cueva cacereña de Maltravieso, donde se han extraído fósiles de animales y vegetales, y, sorprendentemente, los restos de cinco niños y jóvenes de hace 5.000 años, que se han convertido en los más antiguos localizados en Extremadura. Es cierto que algunos utensilios revelan la existencia del hombre en la región hace 350.000 años, pero por ahora no hay restos humanos tan prehistóricos.

Los huesos se encontraron el pasado año en el marco del proyecto Primeros Pobladores de Extremadura , codirigido por Carbonell e integrado por los profesores extremeños que acaban de crear el primer laboratorio regional de antropología. De hecho, el laboratorio ha comenzado sus trabajos con el estudio de estos restos, la mayoría en buen estado y pertenecientes a un niño de 7-8 años al que han denominado el niño de Maltravieso (podrá verse desde hoy en el simposium de Cáceres). Su datación exacta está pendiente de la prueba de Carbono 14 en EEUU.

ESTRES Y MALA NUTRICION

El análisis de los huesos arroja resultados curiosos. Permite saber que los animales domésticos ya se criaban junto al hombre, puesto que evidencia problemas parasitarios. También denota que los humanos estaban mal nutridos por la escasa comida o por su mala calidad. El destete era prematuro y la mortalidad infantil elevada (47%). Además, el hombre sufría estrés ambiental debido a sus condiciones de vida.